Otro hallazgo de Cossio es cómo reparte parejo para los dos lados. Barbarie no es una reivindicación de los senderistas ni de los milicos: es un clamor de justicia para las víctimas de ambas facciones, en su mayoría gente muy humilde, quechuaparlante, lugareños de pequeños poblados de las sierras, virtualmente excluídos del sistema incluso en gobiernos supuestamente democráticos. Como si la vida les hubiera cobrado barato, esos hombres, mujeres y niños tuvieron que pagar, además, los excesos de ambos bandos durante este sangriento conflicto armado. Cossio no nos ahorra momentos de horrendo estremecimiento: secuestros, violaciones, torturas, fusilamientos, cadáveres arrojados a la fosa común, pueblos enteros incendiados, aldeanos sepultados bajo sus propias casas, derrumbadas con bombas y granadas. Los buenos de esta película no llegaron vivos al día del estreno.
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