Una de las cosas que tiene esto de la paternidad es que no necesitas mucho para sobreponerte a casi cualquier obstáculo. No te planteas parar, abandonar o rendirte. No hay apenas tiempo para eso. La vorágine de la crianza y el ritmo de vida actual ya es suficiente locura, una yincana continua, con la particularidad de que se retroalimenta. Es esa misma paternidad la que te empuja, por puro instinto. Salir adelante implica dirigirse a algún sitio, buscar una meta, llegar al arcoíris al final del camino. Pero no hay mayor aliciente que la propia crianza, lo importante es el trayecto, el viaje, el camino de baldosas amarillas. Por eso no suelo recurrir a ningún recuerdo que me ayude a seguir. Sencillamente "ser padre lo compensa todo". Lapidario.
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