Y finalmente, una consideración tan simple como peligrosa: La población musulmana se multiplica en esta vieja Europa, en la que queramos, o no, sigue estando nuestro país. La tasa de natalidad en la Unión Europea es de 1.31, lo que condena a la merma de nuestra población, mientras que entre los inmigrantes musulmanes, el promedio de hijos por pareja puede superar los cinco en numerosos países. Por una simple cuestión matemática, y considerando la escasa integración de estos individuos en la civilización occidental, terminaremos por ver a Francia o Alemania, convertidos en repúblicas islámicas, cuando la presión demográfica de los musulmanes sea muy superior a la del resto de ciudadanos. En ese sentido, piénsese que los nacidos en los países destino de los inmigrantes, adquieren automáticamente la nacinalidad, y por ende, el derecho a voto, pero sin que exista obligatoriedad de aceptar las costumbres o tradiciones del país que los acoge, al que pueden convertir, en base a la mayoría simple, en algo sustancialmente diferente a lo que es hoy en día. La hospitalidad y la tolerancia, además de un atavismo pueden resultar peligrosos. Sin embargo, estoy seguro de que políticos como el Sr. Mas, líderes abertzales como Pernando Barrena y actores mediocres como Willy Toledo o Pilar Bardem, son tan capaces de defender la manifestación de Bildu en favor de los asesinos, como de poner un burka a las mujeres y defender la yihad islámica. Todos los totalitarismos son muy parecidos.