Elvira presenta un programa televisivo de cine de terror de serie B a la que comunican la próxima cancelación de su programa. Al mismo tiempo, recibe la noticia de que se ha convertido en la heredera de la mansión de una tía lejana en Nueva Inglaterra. Cuando se traslade al pueblo comenzarán los problemas cuando su estilo de vida choque con las conservadoras ideas de los lugareños.
Seguramente muchos de vosotros recordareís esta película a poco que echeís la vista atrás y os trasladeís a finales de los años '80. Era una época en la que estaba muy de moda mezclar el cine de terror y/o fantástico con una ligera pátina de comedia o humor negro, y el casi debutante director James Signorelli intentó seguir la estela de películas como Mordiscos Peligrosos (1985), El Terror Llama a su Puerta (1986), Terrorífica Luna de Miel (1986), Mi Diabólico Amante (1987) o El Hotel de los Fantasmas (1988). Para ello recurrió a la por aquel entonces celebérrima Elvira, un personaje televisivo interpretado por Cassandra Peterson que presentaba Movie Macabre, un programa semanal de cine de terror de serie B y Z en el canal KHJ-TV de Los Angeles que constituyó todo un éxito de audiencia, propiciando el salto a la gran pantalla.
En la parte técnica podemos destacar una fotografía bastante cuidada si tenemos en cuenta la valoración global de la película, y que contribuye a esa atmósfera macabra y oscura con la que se pretendió dotar al film, y unos efectos especiales que, aunque escasos, no están nada mal (basta como ejemplo la escena de la criatura que sale de la olla donde Elvira prepara la "cena").
Qué duda cabe de que estamos ante una película realmente zafia, casposa y paródica que no se toma para nada en serio a sí misma. Parodiando las películas de serie B y con bastante humor negro, la verdad es que a pesar de los 23 años que han pasado, no ha envejecido nada mal y entretiene lo justo, cosa que ya ocurría apenas recién estrenada. Eso sí, los valores que proclama y defiende deben ser reivindicados hoy día con la misma fuerza o más aún si cabe, y lo cierto es que parece mentira que en algunos aspectos sigamos con la misma mentalidad que tenían generaciones pasadas en los '80 y '90. Ojo al número musical que cierra el film, grabado en el Hotel Flamingo de Las Vegas. Kitsch y hortera, pero molón...