Sabía que muchos dirían que la serie documental Elvis Presley. The Searcher, dirigida por Thom Zimny y que se puede visionar en Netflix ahora mismo (háganlo en cuanto puedan), es condescendiente con la imagen del artista. Supongo que esos críticos buscaban profundizar en la caída del mito, en las adicciones, en los amores y desamores y en la teoría conspiranoica sobre el final (o no) del mítico cantante. Pero es que The Searcher viene a dignificar uno de los aspectos más interesantes del músico, tras los impresionantes vestidos y el golpe de caderas, su increíble conocimiento de estilos como el blues y el góspel, su capacidad para llevar esos sonidos al pop y su continua búsqueda de creaciones nuevas musicales. Mientras el mundo que lo rodeaba acentuaba el estereotipo e intentaba sacar rédito de la belleza, poco discutible, del Rey en la gran pantalla, él se frustraba por no poder grabar la música que quería. Algunos discos de góspel lo salvaron de la locura en aquellos tiempos.
La pobreza en la que nació y con la que creció Elvis Presley no lo ayudó a la hora de obtener una educación que le permitiera defenderse de las exigencias de discográficas y compañías cinematográficas, o de representantes que impidieron su salida de Estados Unidos y grabaciones más acordes con su creatividad. Pero esa falta de medios no consiguió que Elvis no disfrutara de grandes influencias musicales, porque él era eso: pura música. Un genio innato para absorber sonidos distintos, ese góspel del que disfrutaba cada noche en las iglesias de los negros de su barrio fue su profesor de música, junto a las profundas raíces que destilaba el impresionante Howlin'Wolf o a las sesiones al piano de Ike Turner en Memphis, que escuchaba un joven Elvis, por aquel entonces, conductor de camión.
Elvis fue pura música, tenía instinto para conquistar al público, pero quería ganárselo con propuestas de calidad, no sólo entretenía, sino que aportaba, unía, enseñaba. Al terminar de ver esta serie documental me da pena pensar que cada vez menos niños se disfrazan de Elvis, no deja de ser una manera de acercarse al músico, aunque sea a través del mito. Y me entra congoja al pensar que es posible que el Rey esté cada día menos vivo.
Elvis interpreta Suspicius Mind, en Las Vegas.