Embajada a samarcanda por gonzález de clavijo

Por Ilustrado

La expedición diplomática de Ruy González de Clavijo a la ciudad de Samarcanda está considerada como la primera embajada oficial de un reino de Occidente en una corte Asiática. Organizada por el rey de Castilla, tenía como objetivo establecer una alianza política y militar entre Enrique III y el gran khan Tamerlán y relaciones comerciales. Su viaje quedó redactado en una fundamental obra etnográfica llamada Embajada a Tamerlán, primer libro de viajes de la literatura castellana

RUY GONZÁLEZ DE CLAVIJO


La importancia que tienen los factores asiáticos para la comprensión de los aconteceres españoles está testimoniada por las expediciones diplomáticas enviadas por el Reino de Castilla al Imperio timúrida entre finales del siglo XIV y comienzos del siguiente. En aquella época, este enorme imperio de los mogoles estaba encabezado por el gran Tamerlán, apodado "el Cojo" (Lenk), un monarca de crueldad bien conocida pero que mantenía vivas e importantes relaciones con Cortes de Occidente. Su capital estaba en Samarcanda, ciudad hoy de Uzbekistán, y su territorio dominaba desde media Rusia hasta la India. Disponer de embajadas con esta potencia honra la sagacidad y visión estratégica del rey Enrique III el Doliente, que ya había enviado diplomáticos a varias cortes musulmanas del norte de África, como Marrakesh, Fez, o El Cairo, o había tomado las islas Canarias.
Una de las razones de estas iniciativas diplomáticas fue el deseo de hacer frente a los turcos, aliándose con los tártaros, sus enemigos tradicionales. Además, existía la ventaja económica de comerciar directamente con los productores asiáticos y suprimir a los intermediarios y transbordos. Además de estos motivos políticos y económicos, estaba la antigua curiosidad inspirada por la figura legendaria del preste Juan de las Indias, magnate cristiano del que se esperaba que combatiese a los enemigos de la cruz y de Occidente.

SAMARCANDA, EL CORAZÓN DE LA ANTIGUA RUTA DE LA SEDA


De este modo salieron como embajadores castellanos Payo Gómez de Sotomayor, noble de Galicia, donde era señor de Rianxo y otras villas, y Hernán Sánchez de Palazuelos. Los dos caballeros quedaron retenidos en poder del sultán turco Bayaceto. Las perspectivas que se les ofrecían no eran nada optimistas: el sultán había amenazado llegar hasta Roma y establecer allí su trono. El 29 de septiembre de 1395, Bayaceto arrasó en Nicópolis a un ejército de cruzados europeos encabezado por el emperador germánico Segismundo. Era un momento difícil en el que se abría hacía Europa un pasillo libre para las ambiciones expansionistas de los otomanos, que serían coronadas por la toma de Constantinopla décadas más tarde, en 1453.
Pero pocos años antes, el 20 de julio de 1402, en el corazón de la península de Anatolia se enfrentaron cerca de Ankara los 200.000 turcos de Bayaceto contra 700.000 tártaros de Tamerlán. Los turcos fueron derrotados y el Gran Khan se alzaba como principal líder político y militar de Oriente.
Los dos embajadores castellanos pasaron a poder de Tamerlán, y las cartas y los obsequios que le llevaban fueron entregados. Quedó muy complacido de que un soberano tanremoto como el de Castilla se interesara por su amistad, y no encontró inconveniente en establecer un pacto político y militar con el objetivo común de defender del Imperio otomano, así como una relación comercial.
El Gran Khan ofreció regalos y una carta personal al rey de Castilla anunciando su victoria sobre Bayaceto, y designado a un cortesano suyo, Mohamed Alcaxi, como su representante. Otra prueba de afecto fue la liberación de tres aristócratas húngaras de la casa de Anjou, llamadas en España como doña Angelica y doña María, y doña Catalina, que habían sido hechas prisioneras en la derrota de Nicópolis. La embajada llegó de regreso a Castilla en febrero de 1403, y fue celebrado su éxito en la Corte de Segovia.

ESTATUA DE TIMUR TAMERLÁN


Enrique III quiso corresponder a las gentilezas de Tamerlán enviándole otra misión diplomática a Samarcanda. Esta vez fue liderada por uno de sus mejores consejeros reales: Ruy González de Clavijo, de noble familia madrileña y oficial de la Casa Real. Sin duda, sus grandes dotes oratorias y diplomáticas fueron claves para tan importante responsabilidad, singular precedente de los viajeros diplomáticos españoles.

En aquella expedición tomaron parte también el teólogo y políglota fray Alonso Páez de Santamaría, el guardia real Gómez de Salazar, el noble Alonso Fernández de Mesa, el representante de Tamerlán y una cohorte de sirvientes, hasta completar un total de 14 personas. Tenía por objeto trazar itinerarios fiables desde Castilla hasta Asia central, verificar las rutas comerciales, recabar noticias sobre los pueblos transitados y poner de manifiesto la superioridad de Enrique III frente al resto de las monarquías europeas. Con respecto al gran rey mongol, el objetivo era tratar de establecer una pinza militar y comercial al Imperio otomano, para estrangular su creciente amenaza mediterránea.

Tras atravesar el mar Mediterráneo la embajada llegó a Rodas y, el 28 de octubre, a Constantinopla, ciudad en la que fueron protegidos por el emperador Manuel III. Bordeando la orilla sur de mar Negro, pasó por Trebisonda en un intento de sortear los dominios del sultán turco y así alcanzar Persia, entonces bajo gobierno de los mongoles. Tuvieron que adentrarse en tierras ásperas y pagar peajes abusivos. Cruzaron Armenia, pasaron cerca del monte Ararat y llegaron por fin a Teherán, en Turquestán. Se adentraron en el desierto del Turquestán para llegar al río Amu Daria y de allí viajaron a Samarcanda, adonde llegaron el 8 de septiembre de 1404.

ITINERARIO SEGUIDO POR LA EMBAJADA DE GONZÁLEZ DE CLAVIJO A SAMARCANDA

Habían transcurrido dieciséis meses desde el inicio de la aventura, durante el cual falleció el guarda real Gómez de Salazar, en Nishapur, y otros tantos tuvieron que quedarse en Teherán agotados por la fatiga. También se encontraron con los embajadores de Babilonia y El Cairo, que viajaban hacia el mismo destino.

Samarcanda era la fastuosa urbe de la Ruta de la Seda, y ante la Corte pudo tener audiencia González de Clavijo, entregándoles nuevas ofrendas y carta real. Coincidió con el proceso de elección del Khan sucesor de Tamerlán, también festejaban las últimas victorias militares. Los embajadores castellanos asistieron varias celebraciones junto a otras embajadas asiáticas.
Permanecieron en la Corte 75 días, durante los cuales recogieron datos importantes sobre las relaciones entre las diferentes monarquías asiáticas a comienzos del siglo XV. También vieron la construcción de importantes edificios, como la mezquita Bibi Khanum o el mausoleo Gur i Mir.
Tamerlán organizaba un enorme ejército de 250.000 hombres para conquistar el Imperio chino de la dinastía Ming, que se negaban a pagar tributos al mongol. Murió por enfermedad el 19 de enero de 1405 en Utrar durante su expedición de asedio. Ante esta desafortunada noticia, los embajadores partieron de regreso, llegando a Bujara, haciendo escala en Trebisonda. En Persia fueron detenidos y encarcelados durante seis meses en Persia. Tras un penoso viaje de regreso, llegaron a San Lucar de Barrameda en marzo de 1406, y de ahí a la Corte Real sita en Alcalá de Henares.

Ruy González de Clavijo murió en 1412 en Madrid, donde vivía al servicio del rey. Fue enterrado en la iglesia de San Francisco el Grande.


PINTURA DE OFRENDA DE GONZÁLEZ DE CLAVIJO A TAMERLÁN

La expedición diplomática de González de Clavijo está considerada como la primera embajada oficial de un reino de Occidente en una corte de Oriente. Hasta aquel momento, cualquier viajero europeo (genovés, veneciano, francés, etc.) en contacto con una monarquía de estado asiático había sido misionero, mercader, emisario o mercenario. Pero como embajador plenipotenciario, González de Clavijo fue el primero en viajar a Asia.

Resultado de aquella aventura fue la redacción de la crónica La vida y hazañas del Gran Tamerlán, con la descripción de las tierras de su Imperio y señorío. Es un cuidadoso estudio de estas aquellas tierras que recorrió durante su viaje de tres años, en el que expresó su preocupación por el comercio entre aquellos estados y los reinos occidentales, en especial el referido a las especias.
Esta Embajada a Tamorlán está considerada como el primer libro de viajes de la literatura castellana, atribuido al propio Ruy González de Clavijo, aunque algunas fuentes consideran la autoría a Alonso Páez de Santamaría. En cualquier caso, se trata de una obra etnográfica fundamental que llegó a figurar en el diccionario de autores elegidos por la Real Academia para el uso de voces y modos de hablar, entre los escogidos para documentar la prosa desde 1400 a 1500. Fue publicado por primera vez en español en 1582 por el sevillano Argote de Molina, bajo el título Historia del Gran Tamorlán e Itinerario y narración del viage, y se tradujo al inglés, francés, ruso, persa y turco, por lo que logró un carácter universal.

MANUSCRITO DE EMBAJADA A TAMERLÁN

El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo en su De Varones Ilustres, se refirió así de Ruy González de Clavijo al tratar la villa de Madrid:"Y de aquella salióaquel noble oradorClavijo, embajadordel rey Enrique Tercerodel cual era camareroy llegó al Tamorlándel cual su fama nos danuna militar noticiafamosa de su miliciaen las partes orientales."

RUY GONZÁLEZ DE CLAVIJO


En la actualidad, la huella histórica de aquella aventura se encuentra en calles y edificios de Samarcanda. Existen pinturas alusivas a los embajadores castellanos en el observatorio astronómico que hizo construir Ulug Bek. En honor a González de Clavijo, Tamerlán mandó la fundación de un barrio llamada Madrid, a las afueras de su ciudad, que estaba en pleno crecimiento económico y demográfico. En 2004, fue inaugurada una calle a nombre situada en el centro de la ciudad: Rui Gonsales De Klavixo ko´chasi

PLACA DE LA CALLE DEDICADA A GONZÁLEZ DE CLAVIJO EN TAMERLÁN

PLACA DEDICADA LA CASA EN LA QUE VIVIÓ GONZÁLEZ DE CLAVIJO EN MADRID