Confieso que la mayor parte de mi estadía estuve durmiendo. Era Navidad, hacía frío y mi madre tenía un sofá que es la bendición de cualquier embarazada. Bastaba con sentarme y a los pocos segundos ya estaba en el sueño más profundo. Claro que eso no quitó que nos fuéramos a pasear y saliéramos a comer a lugares exóticos de vez en cuando. Aunque también me dormía en el carro, la verdad es que sí la pasé súper bien. (Nada como estar consentida por la mamita).
Algo que me gusta mucho de esta foto es que mi hijo dice que estuvo allí. Él no recuerda la nieve ni tampoco el viaje pero, sabe que fue a ver a la abuelita cuando estaba dentro de mi pancita. Auuuu.
Ya quiero volver.