EMDR para el tratamiento del estrés prostraumático

Por Yanquiel Barrios @her_barrios

Sofía (nombre adaptado) es una mujer de 34 años, vive en un pueblo en la zona metropolitana de la ciudad de Barcelona (España). Ella solía llevar a sus hijos a la escuela, pero desde hace un año esta tarea la realizan su hermana o su marido. Tampoco coge el coche para ir a trabajar a Barcelona, ni para ir a comprar a un centro comercial de la zona. Podría parecer que Sofía ha decidido prescindir del uso de su vehículo, como una opción más ecológica, si no fuera porque realmente no es una elección.

Sofía padece de estrés postraumático, generado por un accidente automovilístico que sufrió hace unos 16 meses. Este hecho ha desencadenado toda una serie de respuestas, las cuales se incluyen dentro del TEPT (Trastorno por Estrés Postraumático), como ansiedad, flashbacks, nervios y temores a volver a conducir o a ir en un coche (tampoco se siente preparada para ir de copiloto).

Esta situación limita mucho a Sofía ya que para su día a día el uso del coche es algo casi imprescindible.

En un proceso de psicoterapia convencional, se podría optar por un trabajo de reestructuración de creencias (registro, análisis y cambio de los pensamientos y de las creencias), un trabajo con técnicas de relajación (respiraciones y relajaciones corporales) y también con una desensibilización progresiva o sistemática (acercarse poco a poco al estímulo fóbico o que le causa temor para acostumbrarse e ir incrementando el nivel de dificultad).

El trabajo que hizo le fue bien, pero Sofía no acababa de superar su miedo a conducir hasta que probó una técnica que se utiliza para casos de estrés postraumático o con casos donde aparecen resistencias. Concretamente, trabajamos con el EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento a través de los Movimientos Oculares). Está técnica con una base neurológica, parte de la premisa que toda experiencia queda registrada en la mente de la persona. Así, las fobias o los traumas serían experiencias con una carga emocional tan elevada que acaba desbordando y superando al individuo.

En el caso de Sofía, trabajamos varias sesiones pudiendo hacer uso de estas técnicas, cuyos principios recaen en hacer que la clienta recuerde el suceso y acto seguido, siga con los ojos los movimientos en horizontal de los dedos del psicólogo (movimientos de izquierda a derecha). Esto produce un efecto de relajación en la zona donde se gestionan las emociones (amígdala, en la zona límbica del cerebro). Los movimientos rápidos de los ojos, son una emulación de la fase REM que hacemos cada noche al dormir (la cual sirve para liberar el estrés del día a día). Poco a poco, Sofía sentía como el hecho de volver a pensar en el accidente iba perdiendo intensidad, sintiéndose más tranquila y más relajada. Según sus palabras, "ya no sentía la misma perturbación, ni los sonidos y las imágenes del accidente eran tan intensas".

A lo largo de seis sesiones continuas (el protocolo de EMDR recomienda un trabajo de entre 6 a 12 sesiones por tema a trabajar) el recuerdo fue desesensibilizándose, hasta llegar al reprocesamiento, que consiste en hacer que aparezcan otros recuerdos más positivos.

El trabajo efectuado sería: el de liberar las emociones de miedo, tensión, ansiedad y las sensaciones corporales de los temblores en los brazos y en las piernas, para dar paso a sensaciones y a emociones de paz y tranquilidad. Este hecho produce que también se evoquen recuerdos más positivos o memorias que aporten una mayor seguridad, calma y fortaleza interior. Por ejemplo, en el caso de Sofía, momentos del pasado donde se sintió segura conduciendo.

Sofía volvió a conducir a las pocas semanas de terminar el proceso. Al principio, un poco escéptica por si realmente el trabajo había funcionado, pero pronto comprobó que, en esta ocasión, cuando se sentaba en el puesto de conducción, no le venían los temblores, ni el sudor frío, ni las emociones de pánico y ansiedad.

Estos elementos, nos indican que el cambio se ha producido en un nivel muy profundo del cerebro. Esto es una prueba de la gran capacidad que tiene el cerebro para poder transformar y reconectar nuestras redes neuronales.

El cerebro es muy plástico y continuamente estamos haciendo cambios en su estructura.

Lo que nos permite las Terapias Neurocientíficas, como es en este caso el EMDR, es aplicar los nuevos conocimientos sobre el funcionamiento de nuestro cerebro (Neurociencias, ciencias del estudio del cerebro y de su funcionamiento), para poder obtener una práctica aplicable en el ámbito psicoterapéutico.

Estas terapias están avaladas por la OMS (Organización Mundial de la Salud) y además se recomienda para casos muy graves como son: accidentes, conflictos bélicos, atentados terroristas o catástrofes naturales. Son terapias que funcionan con una gran eficacia, profundidad y rapidez. Por esta razón, los equipos de emergencia a nivel internacional las emplean con tanta asiduidad.

En el caso de Barcelona (España), el EMDR se emplea de forma oficial en el Hospital Clínic de Barcelona, en la Unidad de Agresiones Sexuales, siendo una metodología que ayuda a la recuperación de las víctimas.

El futuro de la Neurociencia está abriendo nuevos campos y nuevas aportaciones, de las cuales la Psicología está también sacando sus ventajas y beneficios.