El genio de Emerson es el genio de América, afirmaba Harold Bloom a propósito de un autor al que definía como generador de gran parte de la literatura y del pensamiento americanos.
Y a ese mismo papel fundacional apunta Javier Alcoriza cuando titula Palabras espermáticas en los muros del mundo el prólogo a su edición de los Ensayos de Emerson en Cátedra Letras universales, donde se publicaron también sus Hombres representativos.
Aquel sabio que se consideraba un escritor sin pasado y defendía que lo importante es vivir, no haber vivido, llevaba a sus espaldas todo el pasado cultural, de Shakespeare a Montaigne, y proyectó su sombra sobre la literatura posterior, de Whitman y Emily Dickinson a Wallace Stevens o Hart Crane, autores de obras dispares que son el gran medida el resultado de su influencia profética.
Desconcertante y creativo, órfico y arbitrario, antepuso la libertad a la virtud y la biografía a la historia, defendió la seguridad en uno mismo y se ganó fama de diabólico entre algunos de sus lectores por afirmaciones como esta: “Así como los rezos de los hombres son una enfermedad de la voluntad, sus credos son una enfermedad del intelecto.”
Esas palabras forman parte del más emblemático de sus ensayos, Confianza en sí mismo, en el que escribe también cosas como estas: “Quien quiera ser un hombre debe ser un inconformista” o “Que el hombre conozca su valor y mantenga las cosas a sus pies.”
Reivindicó la lectura creativa tanto o más que la escritura en libertad y su figura representa el paso del viejo mundo al nuevo, de la mentalidad teocrático de Nueva Inglaterra a la fe democrática de la nueva América. Por eso el espíritu libre y optimista de Emerson, de quien Santayana decía que era un alma entusiasta e insensible al mal, está en las antípodas ideológicas y existenciales de un escritor como Hawthorne, en cuyos relatos el centro temático es el peso abrumador del mal, el pecado y la culpa.
Esta edición reúne un total de veinte ensayos que se publicaron originalmente en dos entregas en 1841 y 1844, entre ellos Experiencia, su ensayo más elaborado, el que le planteó más dificultades de escritura y el de lectura más exigente también por la densidad de su prosa.
La historia y el carácter, el amor y la amistad, el heroísmo y el arte, la naturaleza y la política... Nada realmente importante queda fuera de estos ensayos memorables en los que están muchas de las raíces ideológicas del mundo contemporáneo en la mirada y la palabra de Emerson, de cuya obra dice Javier Alcoriza en su introducción que “puede ser aún objeto de descubrimiento. Este descubrimiento ha de tener que ver, desde luego, con el conocimiento directo de sus libros, con el hecho de leerlos y, en consecuencia, con el hecho mismo de la lectura. Descubrir a Emerson sería descubrir lo que significa leerle o lo que significa la lectura de un autor que depositó en ella una expectativa similar a la de la escritura.”
Santos Domínguez