VIII
Yo crecí en un país de santo y seña,
donde los hombres vestían el mahon de las fábricas
y las mujeres el negro perpetuo de la viudedad.
I
Sólo tu voz me llama desde el antes,sólo carbones en esta noche antigua.La soledad en que tiemblo porque vas a dejarmehuérfano en este mundo de chacales infectos.
Tu voz me llama por mi nombre de niño,porque es la hora de dormir, de recogerse en casa.La misma voz que me consuela con su dolor agudocuando enfermo.
Y la que cantacuando extiende la ropa blanca por los prados.
Yo juego con las piedras,con la nieve que extiende sus cristales fractalespor los axiomas de la geometría.
Voy caminando así, ciego de dudas,hacia un futuro tan inciertoque no sé cuando empieza.
Emilio Amor. Territorio perdido. Heracles y nosotros, nº 11, 2014.