EMPECEMOS POR EL PRESENTE
“Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”. Paul J. GoebbelsLos efectos catastróficos de la inflación los podemos observar cuando tratamos de adquirir bienes y servicios a diario en nuestro país; pero, una ilustración didáctica de los niveles de hiperinflación que sufrimos lo podemos apreciar en una información que aparece este miércoles 6 de septiembre en el diario El Nacional: “poder de compra del salario mínimo integral cayó a la mitad en agosto”. En sólo un año, desde agosto de 2016 hasta agosto de 2017, el ingreso mínimo integral (salario más bono) ascendió de Bs. 57.531.15 a Bs. 250.531.56. Es decir, en ese período, quienes tuvieron la fortuna de trabajar, cobraron cuatro veces más pero el dinero sólo les alcanzó para comprar apenas la mitad.El gobierno insiste populistamente en aumentar frecuentemente el salario mínimo y el bono de alimentación lo cual obliga a reajustar las tablas salariales por parte de las empresas y organismos públicos, forzando la emisión de dinero inorgánico para financiar su impacto en el presupuesto del Estado. Una mayor cantidad de dinero en circulación en procura de bienes y servicios que escasean como consecuencia en el desaliento de la producción privada por el exceso de controles y otras medidas desestimulantes, así como la caída en las importaciones por la contracción en el ingreso de divisas, alimenta y fortalece el fenómeno inflacionario con su efecto infernal en la capacidad de compra de la población. Evidentemente, el aumento compulsivo del salario integral ya se recibe como mala noticia por parte de la clase trabajadora.En el plano económico, la frialdad de las cifras hay que analizarlas tomando en cuenta el impacto humano que ellas provocan. El desempleo, la inflación y la pérdida consecuente en la capacidad adquisitiva del dinero tienen un efecto desastroso en la salud del venezolano, en su productividad laboral, y en su rendimiento escolar. El hambre y los elevados índices de morbilidad y mortalidad así lo revelan. Deberían preocupar y angustiar a quienes gobiernan y no tratar de ocultarlos ni inventar falsos anuncios. Esta situación es bochornosa si tomamos en consideración que ningún país latinoamericano ha contado con el caudal de ingresos y recursos como los que ha tenido la nación en las últimas dos décadas.El gobierno siempre ha considerado que el gasto público lo puede todo y menospreció la capacidad generadora e impulsora del desarrollo que tiene la inversión privada. El maná petrolero se usó para hacer transferencias enormes de capital hacia otros países y en incrementar la servidumbre de la población con respecto al Estado. Se elevó la burocracia estatal y se montaron estructuras paralelas para justificar el latrocinio público.
Está demostrado que otras opciones favorables para el crecimiento económico son posibles. Un conocido proverbio oriental advierte que si queremos conocer el pasado miremos el presente que es su consecuencia y si queremos conocer el futuro miremos el presente que es su causa. Para asegurar un futuro de bienestar y prosperidad es imperativo impedir el avance de esta desquiciante realidad presente y construir las bases de un futuro orientado por el esfuerzo creador de los venezolanos. Debemos restablecer nuestra fortaleza interior para lograr vencer los obstáculos y las dificultades que impiden el ejercicio pleno de nuestra libertad y de nuestra potencialidad. La libertad interior, dice Viktor Frankl, puede elevar al hombre muy por encima de su destino adverso.Neuro J. Villalobos Rincón @nevillarinNevillarin@gmail.com“Las imágenes que salen en la portada, no son de responsabilidad del autor del escrito”
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