Y el cliente me enseña su camino. Su recorrido. Por dónde quiere o puede transitar. Pongo como ejemplo un caso de una persona que si bien tiene una buena formación académica aún no ha conseguido aplicarla en un trabajo. Su objetivo es encontrar ese puesto. Habla, se explica, se pone en situación, busca alternativas y posibilidades. Vamos dándole vueltas y vueltas en espiral hacia abajo y hacia arriba para ver sus motivaciones, ilusiones, esperanzas, limitaciones,…en fin todo aquello que puede servir para lograr su deseo.
Bien, bien, las sensaciones que tengo a medida transcurre la sesión son buenas. Hasta que afrontamos las acciones a realizar. No sale. No. No fluye. El tono es el mismo pero hay algo que no va. No sé lo que es pero lo siento. Se atasca. No hay propuestas, no salen. El cliente considera que todo lo que ha hecho hasta ahora es suficiente. Me saltan la alarmas. Cuando hay ilusión no suelen haber barreras mentales. Aquí las hay. ¿Qué está ocurriendo? Me atrevo a decirle lo que siento.Le pido que profundice algo más.
De repente la sorpresa. No quiere trabajar de lo suyo. No está dispuesto a hacer ningún esfuerzo en ese camino más allá de lo que ha hecho. Porque no le gusta. Quiere otra cosa, otro tipo de trabajo.
¡Dios mío, esto es un vuelco en la sesión! Hay que volver al inicio, a plantearse de nuevo un objetivo. Buscamos propuestas en las que trabajará durante el tiempo que transcurra hasta la siguiente sentada. Si el cliente quiere,…
¿Cómocompaginas tus objetivos con tus valores?¿Qué esfuerzo/tiempo has dedicado/estás dedicando a objetivos que sabes que no quieres conseguir? ¿Qué valor le das a tener tus cosas más claras?