Empieza dañando las instituciones

Publicado el 14 diciembre 2011 por Manuhermon @manuhermon
Rajoy nombra Presidente de las Cortes y del Senado. (Y a los portavoces parlamentarios del PP en las Cámaras). El Sr. Rajoy, en la sede de su partido, realiza propuesta, que es el nombramiento de facto por aclamación de los asistentes, de los presidentes de las Cámaras, cuando está claro que por ley corresponde nombrarlos a los parlamentarios. Por supuesto si el PP tiene mayoría, será lógico que esta se exprese eligiendo para los cargos a personas afines y seleccionadas en el seno de su partido, pero por favor respeten que sean los parlamentarios quienes lo hagan.
En la democracia las cuestiones formales tienen mucha importancia, si los máximos mandatarios no respetan las formas, las instituciones se degradan quedando en la ciudadanía un regusto amargo y una pregunta ¿para qué sirven? que no debería formularse. El Presidente del Gobierno nombra los ministros, pero los parlamentarios nombran a los presidentes de las Cámaras. Y por cierto, al jefe del Gobierno, por aceptado que esté elegir el líder del partido más votado.
El Sr. Rajoy empieza tan mal como hizo su antecesor Zapatero, de quien recordamos un espectáculo denigrante entre legislaturas, con el nombramiento del Sr. Bono para presidente del Congreso, conocido públicamente cuando aún estaba el Sr. Marín ejerciendo dicho cargo. Prácticas que se extendieron como la espuma por el gobierno y el PSOE en estos años, desmantelando la democracia interna, creando un partido dormido y poco permeable a ideas y debates, que minaron su fuerza e influencia social.
Somos un país extremadamente proclive al individualismo, a los dioses y santones en todos los ámbitos, adoramos el culto a la personalidad del mando en las formaciones, sean empresariales, deportivas, culturales y políticas. Parece mentira que hasta en los partidos pequeños que se proponen regenerar la democracia exista tanto culto individualista y trabajo para encumbrar a los jefes. De poco sirve las buenas intenciones y tantas propuestas, si luego no se cumplen los acuerdos, ni las normas ni su espíritu. ¿No queremos parlamentarios concienciados cívicamente, pegados al pueblo?, queremos poder exigirlos responsabilidades individuales, (y colectivas), pues cumplan las leyes, que sean ellos quienes propongan y elijan a sus representantes.
En el otro nivel de decisión ¿Que los partidos quieren un portavoz?, demos voz, debate y voto a los militantes, que lo elijan ellos. El que los dirigentes tengan poder e influencia, es normal, pero que sean ‘generalísimos’ que ordenan y mandan a todos, conduce a la antigüedad, ensucia y dificulta la democracia, no ayuda a resolver los conflictos, torpedea la formación de equipos y grupos minando el trabajo colectivo, impide el desarrollo de los ciudadanos en tareas políticas que se preguntan para qué arrimarse a organizaciones en las que nadie te escuchará, en las que no podrás elegir ni decidir porque todo lo hace el ‘duce’.