La familia empresarial se da cuando se percibe no sólo el límite entre familia y empresa sino también la frontera nítida entre propiedad y dirección. También cuando se está convencido que de la propiedad no nace ningún derecho para asumir la dirección de la empresa. La propiedad nace del amor y por el apellido y como consecuencia de la pertenencia a una familia. Sin embargo, la dirección nace del talento y la capacidad de hacer bien en la empresa.
La familia empresarial existe y garantiza la continuidad y el éxito de la empresa familiar cuando se eliminan los privilegios. No al privilegio de estrujar financieramente a la empresa; no al privilegio de la posición, de modo que los directivos sean sólo los miembros de la familia. No al privilegio de la seguridad de modo que la empresa familiar sea una agencia de empleo. No al privilegio del hogar fuera del hogar porque la empresa es lucha y no refugio hogareño. No al privilegio de la no intervención: “ no actúo porque es el hijo de….” .
Debe la familia empresarial entender bien que la empresa es una responsabilidad y no un privilegio. También que la familia está al servicio de la empresa; ninguna de las dos saldrá bien parada si la empresa se gestiona para servir sólo a la familia.
Es verdad que de la propiedad nace el poder, el control y las recompensas, pero sólo cuando se asume que la empresa es una grande y severa responsabilidad.
Pero la familia empresarial debe también de saber que la vida de la familia es una responsabilidad igual que la empresa; que la vida de familia no es un privilegio en sí misma, sino que hay que ganársela; que no es posible tener una vida familiar equilibrada si no se hacen las necesarias aportaciones y esfuerzos. No sólo debemos preguntarnos ¿Qué es lo mejor para nuestra empresa?; también debemos preguntarnos ¿Qué es lo mejor para nuestra familia?.
Un empresario que triunfa, pero que no tiene familia, es un hombre o una mujer, solo o sola en el mundo, temblando de frío.
La familia empresarial comparte esperanzas, sueños, metas, planes, necesidades. También comparte temores, diferencias, enfados, enfoques.
La familia empresarial ofrece seguridad financiera a las futuras generaciones, condicionando la distribución de dividendos, los gastos de capital, la planificación de herencias y de legados, la orientación de la dirección y el plan de sucesión del fundador o del líder.
La familia empresarial sabe de los riesgos aceptados, de los sacrificios realizados, también de los errores cometidos y de las victorias alcanzadas. Y ¡cómo no! de las esperanzas que hay que cumplir.
La familia empresarial intenta dirigir con éxito sus empresas y también llevar con éxito la marcha de la familia.
Cuando se logra armonizar familia y empresa, se definen con claridad las fronteras entre ellas y también entre propiedad y dirección, así como entre trabajo-familia-empresa, la planificación de la transición del poder de la empresa y de la propiedad no genera trauma alguno ni para la familia ni para la empresa. Y cuando esto sucede, la sociedad civil es la beneficiaria, pues ni quiebran las empresas ni se rompen las familias por causa de aquéllas.
Autor José Javier Rodríguez Alcaide – Director de la Cátedra PRASA de Empresa Familiar