CON CADA RESPUESTA SURGEN NUEVAS PREGUNTAS
El Sol saldrá a las 18,03h. y se pondrá a las 18,10h.
En este solar ibérico, en el que cada uno engaña al vecino y le oculta lo que lleva en el puño hasta a su propia madre, se da la paradoja de que pensionistas y trabajadores asalariados declaran a Hacienda rentas superiores a las de muchos empresarios. La cosa tiene su aquel. Mientras muchos autónomos hacen de su vida un lamento, resulta que a la hora de pagar los impuestos son mileuristas. De hecho, en el 2.008 los trabajadores y pensionistas declararon cobrar 7.200 euros más que los pequeños empresarios. Mientras que los primeros declararon 19.288 euros de media los empresarios que tributaron en “estimación directa” lo hicieron por 12.089 euros, cifra que se redujo a 11.567 euros para los que lo realizaron por el sistema de “módulos”. Lo dicho, mileuristas.
No parece muy complicado para los técnicos de Hacienda localizar una bolsa de fraude que alcanza los 245.000 millones de euros y representa el 23,3% del P.I.B. Las cifras no son baladís, máxime cuando detrás de ellas se ocultan ventas sin I.V.A., gastos personales que se computan como societarios, o facturas falsas. Delitos que se ven agravados, en muchas ocasiones, por la concesión de becas escolares u otras ayudas a terceros.
El asunto tiene bemoles si se piensa que es más rentable ser pensionista o trabajador que empresario liberal, como lo pueden ser los dentistas, arquitéctos o fontaneros. Y además, la cuestión funciona y no es coyuntural, como lo demuestran unas estadísticas que constatan el aumento del diferencial en los últimos 15 años hasta multiplicarse por cinco. Lo que dice mucho de la laxitud y el beneplácito concedido por la administración a este fraude.
No dudo de que habrá pequeños empresarios en situaciones complicadas, pero ello no puede servir de escusa para que detrás de muchos otros se escondan patrimonios difíciles de justificar con sueldos de mileurista, que además gozan del favor en la obtención de pisos de protección oficial.