Continuidad y cambio obliga a la familia empresarial a entender que el pasado tiene sus derechos, el presente tiene su enorme relevancia y el futuro ofrece sus potencialidades y oportunidades.
El gran drama de la familia empresarial es no saber comprender la interacción dinámica entre los derechos del pasado de la familia y las necesidades del futuro de la empresa.
La familia empresarial debe entender que la empresa es una institución diseñada específicamente para producir el cambio, al contrario que las instituciones sociales del pasado, diseñadas para preservar la continuidad.
Si la familia empresarial quiere seguir existiendo tiene que operar sincrónica y simultáneamente en dos estados: el ser del presente y el llegar a ser del futuro, lo que le obligará a crear nuevos compromisos, competencias y formas de organización.
La familia tiene que entender que la empresa familiar vive simultáneamente tres tiempos: pasado, presente y futuro, de modo que a la vez debe ser tradicional, estar en transición y al mismo tiempo en transformación; es decir vivir en contínua tensión entre lo que es, lo que será y lo que debería ser; de modo que se debe seleccionar qué quedará del pasado, cómo adaptarse al cambio y qué futuro queremos provocar.
La familia empresarial, si quiere percibir el futuro, tiene que empezar por entender el pasado. El mayor riesgo que corre la empresa familiar es no hacer nada, como consecuencia de la presión de la familia. La trampa de caer en no hacer nada es caer en la trampa de la desintegración de la empresa y de la familia. Los cambios externos son tan importantes que si la empresa familiar no se adapta, al menos, vivirá el desorden, las fricciones y los malos resultados.
La empresa familiar suele fallar de tanto éxito, aunque ello parezca paradójico. La autocomplacencia y los halagos es la muerte de la familia empresarial y eso es porque los empresarios revolucionarios del pasado se convierten en los reaccionarios del presente, quedándose sin futuro.
Y todo ello nos lleva a la sucesión. El mayor defecto del fundador carismático de la empresa familiar es su actitud ante la sucesión. La sucesión es un puente que une la continuidad y el cambio. Si una empresa familiar quiere sobrevivir, creciendo, tiene que ser capaz de superar el gobierno de una sola persona. Las repercusiones de la sucesión en el futuro no son intangibles.
El fundador, hipnotizado por su imagen egoísta y viendo a la empresa familiar, como a su sombra, no es capaz de ver el problema de la sucesión. Para ver el problema de la sucesión usted fundador de una empresa familiar debe preguntarse: ¿Cuál es su negocio hoy? ¿Cuál será su negocio mañana? y ¿Cuál debería ser el negocio en el futuro?.
Si usted hace su trabajo sólo para el presente, no tendrá mañana y tampoco tendrá mañana si no toma en cuenta el ayer.
Autor José Javier Rodríguez Alcaide – Director de la Cátedra PRASA de Empresa Familiar
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