Dedico esta nota a dos fuerzas que pueden ser los mayores factores de deterioro de las empresas de familia. Los textos sobre el tema poco se refieren a estas ‘dos insidiosas espinas’ y por eso merecen nuestra atención.
Se trata de dos formas conductuales y emocionales dañinas, difíciles de notar a pesar de estar ahí más veces de las que podemos darnos cuenta. Una vez presentes en la estructura del negocio familiar demandan un manejo complejo, en especial porque es casi imposible evidenciarlas como las causas de una determinada situación. Se convierten en pesadas cadenas que la familia y la empresa arrastran hasta la etapa del rompimiento final. No hay duda de que la salud del negocio familiar depende mucho de su posible impacto, por lo que vale la pena remontarse a su origen.
Los padres juegan un rol temprano e importante para limar los asomos de envidia o egoísmo en sus hijos, sobre todo cuando son pequeños. Un tratamiento sereno de las distintas situaciones y una atención pronta y cuidadosa, asegurarán que se apliquen los correctivos y que el niño no tenga espacios para desarrollar esos fértiles territorios negativos que podría ampliar con el tiempo. Ser feliz con lo que se tiene, saber que no todos somos iguales ni tenemos las mismas cosas, le permitirá ver esas diferencias como algo normal y natural y no es incompatible con un espíritu de superación personal. Por el contrario, enseñarle a compartir será una muy útil herramienta para más adelante cuando tenga que trabajar en equipo.
La envidia es un fenómeno psicológico y hay quienes consideran ‘enfermos’ a quienes la sufren. Esta circunstancia y el egoísmo son verdaderos lastres para el desarrollo del individuo. La exposición de los niños a las conversaciones negativas de los mayores es la más nefasta escuela.
A nivel adulto, ya en la empresa familiar, una regla efectiva para crear un ambiente seguro es evitar que la familia política participe directa o indirectamente en el negocio. Es duro de decir pero fácil de entender. Mientras hermanos, primos y familiares cercanos terminan por superar sus conflictos, el familiar político es para efectos prácticos un extraño. No creció conociendo los códigos de comunicación de la familia y será muy vulnerable a esa dinámica que incluso sobre heridas ya cicatrizadas deja rastros difíciles de borrar. Muchas veces los familiares políticos están mejor preparados profesionalmente que la familia misma pero, por más capaces que sean, siempre serán injustamente medidos con una ‘vara de la familia’ que sería mejor no usar y por eso es preferible que desarrollen sus actividades por fuera del negocio familiar. Otro aspecto a considerar es que los familiares políticos tienden a incorporar opiniones que, aún siendo bien intencionadas, al pasar por el filtro de la interpretación familiar pueden generar un mensaje inconveniente. Por eso, lo aconsejable es que los temas del negocio se traten lo menos posible en la casa o reuniones de familia y que se discutan en los ambientes formales de la empresa.
La práctica de altos niveles de respeto bajo sólidos principios y valores es siempre necesaria pero, además, una familia sin envidias o egoísmos será sin duda la más rentable de las empresas.