Lo he dicho varias veces en este blog, casi siempre por alguna experiencia como viajero o como cliente (frustrado) al tratar de comprar en su obsoleta y poco funcional página web y al intentar entender su arcaica gestión de precios y –sobre todo de oferta-
Renfe no es la línea de alta velocidad (AVE) de la que tanto presumimos en España, y que ha ido creciendo al ritmo del politiqueo extremo y (estoy seguro) de los sobres bajo cuerda que han conseguido que ciudades de tercera división que todos conocéis si le echáis un vistazo a los trayectos de AVE más relevantes de nuestro país, tengan una parada en la “cream de la cream” de las comunicaciones por tierra.
Renfe es el Alvia que recorre tortuosamente Madrid y Cantabria y un montón de destinos de segunda división, acumulando retrasos sin explicaciones, anulaciones de billetes o –lo más incomprensible desde mi punto de vista- una paupérrima oferta que hace que viaje un tren cualquier viernes de verano a las 15.30 desde Chamartín hasta Santander, con sólo cuatro vagones que –por supuesto- han vendido todas sus plazas una semana antes de la fecha de salida… sin que eso les encienda la luz a los directivos de Renfe para poner más vagones y (por cierto) ganar algo más de dinero.
Pero eso da igual, porque son empresas que no tienen la generación de beneficios en su ADN. Están por estar. Condenadas a fracasar en cuanto un poco de aire fresco o sentido común termine con su concesión y una empresa que quiera ganar dinero y satisfacer a sus clientes sin tratarlos como cautivos que para hacer este trayecto apenas tienen el autobús y el coche como posible competencia. Pero si tenemos en cuenta la situación de nuestras carreteras en los meses de verano, fácilmente os daréis cuenta que las opciones para evitar el frustrante atasco de entrada un domingo cualquiera en Madrid se limitan a un tren desastroso o un avión (con pocos vuelos) que tampoco parece tener cintura y ofrece volar a precios inalcanzables.
Pero esto no pasa con los viajeros que suelen visitar Sevilla, Córdoba, Málaga, Zaragoza, Valencia, Barcelona, León, Valladolid, y algún otro privilegiado. Para los viajeros que tengan la suerte de desplazarse a estos destinos, las penurias son de otra índole. Principalmente en la escasa política de promociones y la escasez de tarifas más económicas que les obliga –casi en modo autómata- a pagar 130€ por ir y volver a los destinos estrellas del AVE
Una y otra situación reflejan a las claras la mala gestión empresarial de una empresa que está abocada a la desaparición o al sustento constante por parte de políticos que la mantengan a flote para beneficio del bolsillo de unos pocos mangantes a los que poco les preocupa que se acumulen retrasos, cancelaciones, que viajemos 4 horas y media a 27º o que la oferta a los principales destinos sean tendentes a 0.
¿Para qué se van a preocupar de poner más vagones en fechas clave (Navidad o Semana Santa) si nadie les mira en base al beneficio que consigan?
¿Qué más da que la página web o la aplicación móvil parezcan hechas hace 20 años aunque el coste de las mismas haya sido –con toda seguridad- desorbitado?
¿Por qué iban a apostar por la innovación poniendo servicio de wifi a bordo o simplemente unos enchufes en todos los trenes?
¿Qué más les da que lleve 20 minutos con olor a mierda/caca/escrementos en un vagón –por cierto- de clase preferente?
Podría seguir escribiendo mil ejemplos… pero afortunadamente no soy un “heavy user” de Renfe… quizás estas líneas os ayuden a entender por qué.