Un Empujacarritos es un hombre que suele tener cara de buena persona, hablar en un tono bajito y tratar siempre de agradar a todo el mundo y fantasean con tirarse delante del bus cada vez que sale a la calle.
Cuando habla, su mujer le corta y parece que estuviera molesta a su lado.
Vive humillado y sometido a una visillera o charo a la que al poco de conocer estaban viviendo juntos, casados a los pocos meses y al año tienen un niño.
Desde ese momento, pasan su vida cargando neveras, bolsos para bebés y van de padre moderno porque la parienta se lo exije o sino el poco sexo que de por si ya tiene, se le acaba.
Su hábitat natural son los Ikeas, parques y monstruomercados de extrarradio, donde además de empujar los carritos de las larvas, también empuja los carritos en los distintos centros comerciales mientras su ama desvalija las tiendas, le sujeta el bolso y llena las bolsas de todo lo que le sale del coño, mientras que a la hora de pagar, es él quien tira de tarjeta, lleva las bolsas y quien llena el maletero del coche.
Los empujacarritos se rebelan ocasionalmente metiendo con disimulo artículos para el coche o producto de bricolaje.
A veces monta en una bicicleta cara, la cual le costó broncas y meses sin sexo. Siempre que quiere algo tiene que pedir permiso y comerse broncas.
Como su mujer le odia, acabará divorciado y con ella sacándole hasta el último céntimo, denuncia falsa incluida. Ahí volverá con sus padres porque no le quedará dinero y se pasará la vida viendo telecomedias, hasta que se case con una latina, muchos años más joven que él y le saque lo poco que le queda.