En Bolivia no es fácil conseguir la American visa

Publicado el 23 octubre 2015 por Maresssss @cineyear
Publicado en cineMUnDO / por Sergio Ceballos de la Torre / el 23 octubre, 2015 a las 11:41 am /

Tras una larga parada, me pongo de nuevo en marcha en este viaje cinematográfico por el mundo. Bolivia es el país al que llego, esta vez, encontrando a un protagonista que precisamente trata de salir de su nación. Bolivia, a pesar de ser una gran desconocida para la mayoría de los españoles (no sé si influye que sea uno de los dos únicos países americanos sin costa), cuenta con cierta producción cinematográfica que cruza sus fronteras llegando a festivales internacionales casi cada año. Sus directores más destacados de los últimos años son: Jorge Sanjinés, Tonchy Antezana, Antonio Eguino, Violeta Ayala, Marcos Loayza y, por supuesto, Juan Carlos Valdivia, el director de la cinta de hoy.

El aspecto más entendible en cualquier parte del mundo de este filme es la convicción del protagonista de pensar que “ahí fuera todo es mejor”. Bueno, no sé si es un pensamiento universal o, al menos, latino, pero es un sentimiento con el que muchos nos sentimos identificados en multitud de ocasiones. Eso sí, como Mario (personaje principal), muchas veces llegamos a comprender que ni todo lo nuestro es tan malo como pensábamos ni todo lo ajeno es tan maravilloso como parece.

La fotografía no tiene un papel destacable en esta película. Se puede decir que es correcta, pero no mucho más. En cuanto a la banda sonora, por momentos me encanta y por momentos me repulsa. Tiene algunas versiones de canciones muy conocidas que están bien insertadas, y en general, se trata de un conjunto de música pop latina con bastante sensibilidad. Pero también adolece de canciones, a mi gusto, innecesarias, o de baja calidad musical.

Lo más destacable del conjunto fílmico es la labor de los intérpretes, sobre todo la del masculino. Los dos actores principales logran transmitir la credibilidad necesaria (aún siendo ambos mexicanos actuando como bolivianos). Tanto Demián Bichir como Kate del Castillo tienen ya una amplia trayectoria internacional, y es, sin duda, la mayor baza para mantener esta historia.

La idea de partida es buena, el comienzo promete mucho, pero en poco más de 30 minutos comienza a hacerse pesada. Las escenas de acción hacen un intento de crear tensión, pero la música y el montaje no ayudan a transmitir esa sensación, por lo que no termina de cuajar.

La historia es sencilla pero original: un buen hombre que se ha separado de su esposa quiere viajar a Estados Unidos para estar con su hijo. La burocracia de su país (Bolivia) le impide realizar este viaje por las buenas y se ve envuelto en una serie de acciones que van en contra de su moral y de la ley. La sucesión de hechos destapa cómo la corrupción contamina un sistema que sobre el papel parece bien planteado.

A su vez se desarrolla una sub-trama de amor en la que una prostituta trata de convencerle para que se quede y forme una nueva familia con ella en su país de origen.

El cine denuncia no sólo es útil, también es necesario e imprescindible en un mundo en el que la cultura debe hacer que nos cuestionemos temas importantes u otros que a veces pasan desapercibidos, sobre todo en lo referente al sistema en el que estamos inmersos.

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