Dice estar basada en un hecho real y su objetivo es hacernos creer que, con la fuerza de voluntad individual, un pobre afroamericano puede llegar a ser un empresario millonario. Como el cuento que siempre contaba nuestro recordado empresario Yabrán que, según él, llegó a ser dueño de empresas de transporte y de correspondencia, empezando como simple cartero esforzado. Ese autorelato (que evidentemente es el mismo que hizo el personaje real de la película) deja afuera todos los codazos, apretadas, zancadillas y corruptelas que hicieron en el camino. Esas que por supuesto no muestra este film. Aquí todo le sale mal, casi hasta el hartazgo, pero aún así - dándonos una lección de voluntad - se sobrepone a cada paso en pos de su objetivo: ¡ser corredor de bolsa! Sí, la búsqueda de su felicidad es que lo acepten en una de esas empresas especuladoras. Lo tienen que seleccionar entre un grupo de unas treinta personas que pasan ¡seis meses! trabajando sin cobrar nada, solo como prueba. Nadie lo ayuda, nadie se organiza solidariamente, no existen ni grupos ni compañeros, solamente competidores y egoísmo. Mientras tanto, en las imágenes se ven filas de desempleados esperando por un techo donde pasar la noche en albergues comunitarios. Están ahí porque quieren y porque no tienen la firme voluntad del personaje principal, obvio.
El final logra manipuladoramente hacer llorar al espectador que podrá decir: "Viste viejo, el que quiere, puede". La peli es del 2006, previa a la explosión de la burbuja financiera provocada por tipos como el millonario al que representa muy bien el actor principal. Verla ahora le suma algo de cinismo a esa abierta reivindicación del egoísmo y la especulación.
Nada recomendable, o solamente si no podés dormir en el micro.
Título original: The Pursuit of Happyness (sic)
Director: Gabriele Muccino
Elenco: Will Smith, Thandie Newton, Jade Christopher Syre Smith