Un total de veintinueve islas, la mayor parte de ellas volcánicas, forman el Parque Nacional de Komodo, inaugurado en 1.980 y Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Además de Rinca y Padar, que junto a Komodo son las mayores, son especialmente conocidas porque en ellas vive el lagarto viviente más grande del mundo, especie endémica cuya apariencia y comportamiento agresivo le ha merecido la denominación de dragón de Komodo.
Es habitual utilizar pequeños barquitos, combinando paradas en distintos islotes para la práctica del snorquel y submarinismo en unas aguas siempre cristalinas y muy ricas en peces de colores y corales. Al fin y al cabo estamos en una reserva considerada Patrimonio de la Humanidad y una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo.
Nosotros visitamos la isla de Rinca, aproximadamente a una hora en barco desde Labuan Bajo, en busca de los dragones. Importante es la elección de la hora, sobre todo la solar. Al fin y al cabo el lagarto o dragón de Komodo se asemeja en este aspecto al humano: cuando el sol está alto, lo mejor es dormitar y esto ocurre al mediodía.
El recorrido es todo a pie, no existen carreteras ni cualquier otro tipo de transporte motorizado. ¡Toda una experiencia!, con una emocionante dosis de increíble adrenalina... pero controlada. La labor del guía es fundamental, por lo que no hay ningún problema y es seguro si tenemos un comportamiento normal. Un palo, en forma de Y, es el elemento defensivo del guía aún cuando esto pueda parecer inútil ante un enorme lagarto que puede llegar a alcanzar los 3 metros de longitud y que se desplaza a 20 Km/hora.
Agradecimiento: Hemos llegado hasta aquí de la mano de Manuel Torresano, en busca de la merecida fama del dragón de Komodo. Más allá de este hecho, conviene recordar que estamos en unos parajes idílicos donde la biodiversidad del planeta luce con verdadero esplendor en los fondos marinos de estas aguas cristalinas. Es así que espero que lo disfrutes, si has sobrevivido al dragón –que seguro que sí- con SALUD, ciudadano viajero.