Leer tiene muy buena prensa. Si le preguntas a cualquiera qué planes tiene para la tarde o el fin de semana o el puente o las vacaciones o la jubilación (si eres de esos que van por ahí metiéndose en la vida de los demás) y te contesta que tiene un par de libros reservados desde hace tiempo y no piensa hacer otra cosa que descansar y leer, rara sería la crítica. Emitirías, con toda seguridad, el universal gesto aprobatorio (labios fruncidos, movimiento vertical y repetido de cabeza). Sí, disfrutón, te envidio. En cambio, si el tal cualquiera confiesa que en cuanto pueda le va a hacer sangre a la PS4, o plantarse frente a la tele con un cargamento de cervezas fresquitas no ocurrirá lo mismo. No. Así no. Da igual que el cualquiera lector haya estado reservando las memorias de Belén Esteban y el último de Wismichu, o que el cualquiera gamer esté destripando el Red Dead Redemption 2 o el Uncharted 4 y en la tele estén esperando Chernobyl y un maratón de cine clásico.
Viajar también tiene muy buena prensa. Da igual que el viaje sea una excursión organizada a Londres rodeado de ciento cincuenta españoles que persiguen un paraguas. Da igual que vuelvas hablando del Big Bang y la abadía de Winchester. Has viajado. La playa y la montaña, más de lo mismo. Dan igual las aglomeraciones, las temperaturas extremas, la naturaleza destrozada por el hombre en busca de sentido. Has estado en la playa. Has estado en la montaña. Te has movido. Bien.
En cambio, está muy mal visto perder el tiempo. No estar produciendo, cuidando, educando, generando riqueza, aprendiendo, mejorando, entrenando, evolucionando es ofender. Si descansas, que sea para recargar pilas. Si te paras, que sea para coger fuerzas. Si te diviertes, que sea para olvidar un problema. Si reflexionas, que sea para solucionarlo. Si tienes vacaciones, más te vale leer (para aprender), viajar (para mejorar), haber estado en la playa o en la montaña (para conocer, para destensar, para reflexionar). Más te vale no perder el tiempo. Que son cuatro días.
Esto no es un manifiesto ni una bronca ni un intento de cambio de paradigma en la sociedad. Esto no es ni siquiera una queja. Esto es una petición de ayuda. Todos los años me planteo un único propósito de año nuevo (en verano, pero de año nuevo): aprender a disfrutar perdiendo el tiempo. Quiero dejar de hacerle caso a este señor metomentodo que me pregunta en cada momento qué coño estoy haciendo (ese señor soy yo). Porque perder el tiempo ya lo pierdo. Todo el del mundo. Pero sin goce. Me miro en el espejo y me dedico gestos reprobatorios (ceño fruncido y movimiento horizontal y repetido de cabeza) y quiero dejar de hacerlo. Así que si estos días me ven por ahí con la mirada perdida en una pared o enfrascado en un estúpido juego en el móvil o sacándole forma al sofá, apláudanme, vitoréenme, jaléenme. Se los pido por favor. Es muy importante y yo solo no podré conseguirlo.