En Calatañazor Almanzor perdió el tambor

Publicado el 29 marzo 2019 por Monpalentina @FFroi
Había recibido Almanzor muchas heridas. Retirado por la noche a su tienda, y observando cuán pocos caudillos se le presentaban, según costumbre después de un combate: "¿Cómo no vienen mis valientes? -preguntó. -Señor, le respondieron, algunos se hallan muy malheridos, los demás han muerto en el campo."
EDAD MEDIA

Entonces se percató del estrago que había sufrido su ejército, y antes de romper el día ordenó la retirada y repasó el Duero marchando en orden de batalla por si le perseguían los cristianos. Se sintió en el camino Almanzor abatido y desalentado: se le recrudecieron con la agitación las heridas de tal modo que, no pudiendo sostenerse a caballo, se hizo conducir en una silla y en hombros de sus soldados por un espacio de catorce leguas hasta cerca de Medina Selim (Medinaceli). Allí le encontró su hijo Abdelmelik (a quien no sabemos por qué no llevó a la batalla), enviado por el califa para adquirir nuevas de su padre. A tiempo llegó solamente para recoger su postrer aliento, pues allí mismo y en sus brazos expiró el héroe musulmán a los tres días por andar de luna de Ramazán, año 392 de la hégira (9 de agosto de 1002), y a la edad de 63 años (1).
Sus restos mortales fueron sepultados en Medinaceli, cubriéndolos con aquel polvo que, como dijimos, se había ido depositando en una caja del que sus vestidos recogían en los combates. Se cumplió así la ley del Corán que decía:
"Enterrad a los mártires según les coge la muerte, con sus vestidos, sus heridas y su sangre. No los lavéis, porque sus heridas en el día del juicio despedirán el aroma del almizcle". Su hijo Abdelmélik, que tomó el mando del ejército, le hizo también los honoeres y sobre el sepulcro se escribieron sentidos versos (2).
Así acabó el famoso Mohammed ben Abdallah ben Abi Ahmer, conocido por Almanzor, después de venticinco años de continuados triunfos, y que hasta su muerte se había creído invencible. Le lloraron los soldados con amargura: "¡Perdimos -exclamaban- nuestro caudillo, nuestro defensor, nuestro padre!". Con luto y aflicción universal se recibió en Córdoba la nueva de su muerte, y en mucho tiempo ni la ciudad ni el imperio se consolaron; o por mejor decir, no pudieron consolarse nunca, porque la muerte del gran hombre había de llevar tras sí la muerte del imperio.
Dice nuestro cronista el Tudense, que luego que murió Almanzor se dejó ver a las márgenes del Guadalquivir un hombre en traje de pastor, que andaba gritando, unas veces en árabe y otras en castellano: "En Calatañazor Almanzor perdió el tambor". Y que cuando se acercaron a preguntarle se ponía a llorar y se iba a otro lugar a repetir las mismas palabras en otra parte. "Creemos -añade el piadoso cronista- que aquel hombre era el diablo en persona, que gritaba y se desesperaba por la gran catástrofe que habían sufrido los moros.
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(1) Muchos de nuestros historiadores, y entre ellos Mariana, anticipan con manifiesta equivocación tres años esta memorable batalla, y por consecuencia de este error hacen asistir a la misma a Bermudo el Gotoso. Bien que no es posible formar idea por Mariana ni de los hechos de almanzor ni de los sucesos de los reinos cristianos de aquel tiempo. Lo encontramos lleno de inexactitudes y de aventuras fabulosas y hasta absurdas. Sentimos tener que censurar a tan respetable escritor, pero no podemos prescindir de nuestro deber histórico.

(2) Conde copia la traducción que de uno de sus epitafios hizo su amigo don Leandro Fernández de Moratín y es como sigue:

"No existe ya, pero quedó en el orbe

Tanta memoria de sus altos hechos,
Que podrás, admirado, conocerle
Cual si le vieras hoy presente y vivo:
Tal fue, que nunca en sucesión eterna
Darán los siglos adalid segundo,
Que así, venciendo en guerras, el imperio
Del pueblo de Ismael acrezca y guarde."


La Historia General de España de Modesto Lafuente, es considerada el paradigma de la
historiografía nacional del pensamiento liberal del siglo XIX. 

Impresa en Barcelona por Montaner y Simón entre 1888 y 1890.