En casa, dos alarmas para cada niño

Por Stornel
Una de ellas marcará la hora de ir a dormir y, la otra, la de levantarse por la mañana para acostumbrar al cuerpo  a acostarse y despertarse a las mismas horas.
Hay una frase que se está haciendo famosa: “los escolares están en el colegio por la mañana, mientras sus cerebros siguen descansando en la almohada de sus casas por falta de horas de sueño”. Durante el sueño se reponen energías, se genera gran cantidad de hormonas indispensables para el organismo y se revitalizan los procesos relacionados con inteligencia y memoria, de manera que quitarle horas puede afectar a cualquiera, sobre todo a un niño. Dos estudios recientes han comprobado que los niños, incluso los más pequeños, duermen menos tiempo del necesario para mantener un buen desarrollo psíquico y físico. Los niños cansados tienen bajas calificaciones, están torpes en los juegos y en los deportes y, también, tienen más problemas emocionales que los que duermen bien. Por tanto, dormir poco o tener sueño interrumpido, por cualquier causa, afecta las capacidades de aprendizaje, concentración y memoria, el carácter se vuelve irritable, y el sistema inmunológico se debilita, lo que puede propiciar que el afectado sea más vulnerable a padecer infecciones.
Desgraciadamente, muchos padres no son conscientes de la magnitud del problema y todavía permiten unos horarios muy tardíos para que vayan a la cama. Algunos lo hacen para ver su programa de televisión preferido (¡escogido por los hijos!) y otros para estar conectados a la red con sus amigos. Si va dormir tarde es imposible que el niño rinda en la escuela y, además, puede manifestar síntomas como: cansancio, hiperactividad, dolor de cabeza, falta de concentración, irritación de garganta si ronca y somnolencia.
Para conseguir un sueño reparador es necesario que se los niños se acuesten y se levanten siempre a la misma hora, el dormitorio – en silencio- ha de estar bien ventilado y fresco sin aparatos electrónicos (televisión, radio o videoconsola) y el colchón ni duro ni blando pero que se adapte a su cuerpo y le permita transpirar. Nunca se le debe permitir ver películas de terror o de suspense y es conveniente dejar pasar entre una y dos horas entre la cena y la hora de ir a la cama.
Siempre que sea posible, los últimos momentos del día deber ser tranquilos y lograr una breve de comunicación agradable antes de separarse de él antes de que se duerma solo.