Cuentan las crónicas que, en una reunión madrileña de la buena sociedad, a la que asistían don José Ortega y Gasset y Rafael Guerra, “Guerrita”, hubo un momento en que los presentaron:-Rafael Guerra, torero.-Don José Ortega y Gasset, filósofo.Y el diestro no se pudo aguantar:-“Coño, hay gente pa to”.Pues esa misma extrañeza del payaso trágico y criminal ante un hombre que se dedicaba profesionalmente a pensar, es la misma que tengo yo, hoy, después de ver lo que sucede a mi alrededor.Uno de los faros del pensamiento progresista mundial, Noam Chomsky, ha colgado en las página de Público, el 2º de sus artículos glosando las especiales relaciones que se dan entre el gigantesco país asiático y los Usa.Gentes de la más variada condición intelectual se han lanzado en plancha a comentar el artículo, pero, es mi opinión, claro, ni uno sólo de los comentaristas que he leído ha escrito sobre cuál es el verdadero problema. Todos ellos, sin ninguna excepción, se han empeñado en analizar la cuestión desde el punto de vista estrictamente económico y ése no es el problema porque, si lo fuera, y según sus propios principios, la victoria de China estaría asegurada dejando que actuaran espontáneamente los mercados.Se trata, como no, del poder. Y, aquí, yo me aparto decididamente de mi maestro Foucault, para darle toda la razón a John Kenneth Galbrait.Sin duda, el análisis más lúcido que yo he leído sobre el poder lleva la firma del filósofo francés, pero, algo tendrá el agua cuando la bendicen, después de escribir páginas que sobrecogen por su capacidad de comprensión del problema, Don Miguel descarrila puesto que afirma que, respecto al poder, casi todo el mundo está de acuerdo sobre su naturaleza y efectos pero nadie sabe ciertamente dónde reside.Por contra, el economista usaniano, nos dice escueta pero diáfanamente que las grandes compañías norteamericanas son el poder en sí mismas.De modo que si la historia no es más que una crónica de la lucha por el poder, la historia de los 2 últimos siglos no es sino la historia norteamericana.La pregunta del millón es ésta: ¿cómo podemos denominar a esa época histórica? La respuesta lacónica es: de horrible.No me digan que ya están cansados de vérmelo escribir, pero es que no tengo más remedio, la historia de estos 2 últimos siglos es una narración llena de ruido y de furia escrita por un idiota (Shakeaspere).Y, si la historia ha sido tan mala, ¿por qué no es lícito intentar cambiarla, que vaya por otros derroteros?El choque Usa "versus" China no es por la economía sólo es CON la economía. Se trata del poder, estúpidos. Está en juego ni más ni menos que la dominación del mundo y es una lucha a muerte porque se trata precisamente de eso, de que muera un imperio y viva por otros siglos un imperio nuevo.Y los estúpidos que creen saber de qué va esto pierden su tiempo que, bueno, la realidad es que no vale mucho, discutiendo sobre si son galgos o si son podencos, o sobre el sexo de los ángeles, como ustedes prefieran.La economía no es una ciencia exacta, pero es una ciencia. Estadística e históricamente sus avatares han sido descritos hasta la saciedad, yo he dejado de leer ya no sólo a Krugman sino también a Stiglizt porque lo que me dicen, lo que me cuentan, lo aprendí cuando yo llevaba pantalón corto: si quiero algo con valor de mercado, tengo que pagar un precio por ello. Coño, claro.De lo que se trata, mis queridos amigos, de la prensa, los blogs y los chats, es de quién domina los mercados, ni más ni menos, como nos dijo, en una frase tan corta como lapidaria, el viejo gruñón Marx: todo es economía. Pero yo, con toda la inmodestia del mundo, añado: si, claro, pero, debajo de ésta, sustentándola, está el poder, el cochino, el jodido, el asqueroso poder.Y ¿dónde está el poder? Ya hemos dicho que Foucault afirmó que nadie lo sabía y que, por contra, el elegante y atractivo economista usaniano Galbrait nos lo señaló con el dedo: en las grandes corporaciones norteamericanas.China es un país milenario, que ya era imperio antes de Jesucristo y que lo ha aprendido todo como todo se aprende verdaderamente, sufriendo lo que no está escrito y que, ahora, se ha cansado de sufrir y que posee la inmensa, la irresistible fuerza del trabajo de 1.400 millones de ciudadanos.Si, como dijo Marx, el pobre viejo no se equivocó en todo, la única fuente activa de riqueza es el trabajo del hombre, eso que hemos dado en llamar “plus valía”, la nación que más gente activa posea en el mundo, lógicamente, debe de ser la más rica de él. O sea, China.El problema es que el que tiene el poder no se lo va a dejar arrebatar mansa, pacíficamente, luchará por evitarlo, y el gran problema que tiene la humanidad, el gran problema que tenemos todos los que pisamos la corteza de la Tierra, es precisamente ése: ¿hasta dónde están dispuestos a llegar los Usa para que China no les arrebate ese poder que ahora tan despóticamente detentan?Y, así, casi sin quererlo, desgranando una palabra detrás de otra, hemos llegado adonde queríamos ir: la lucha, aun cuando lo parezca, no es económica, sino política, porque lo que está en juego no es sólo mandar en los mercados con la fuerza poderosa de tu mano de obra, no, la lucha radica en que el resto del mundo te lo deje hacer.Es por eso por lo que todos los grandes medios de formación política de las opiniones hace ya mucho tiempo que eligieron su campo y barren descarada y deshonestamente a favor del que no lleva razón, porque si, como no se cansan de proclamar a voces, se trata sólo de una cuestión democrática, demos=pueblo, cratos=poder, el pueblo más numeroso del mundo y que, por tanto, ganaría por goleada unas elecciones universales honradas sería a no dudarlo, China, porque allí, “hay gente pa to”.