Como un tren lanzado a toda velocidad, hoy, comenzó el curso escolar. En realidad fueron muchos los convoyes que convergieron sobre el colegio San Juan Bautista, antes llamado "Los Azules" y que, en afortunada decisión, respeta la herencia cromática en patios y pasillos. Y no estoy hablando solo de la frenética actividad de empleados de mudanzas, transportistas, montadores, instaladores eléctricos, pintores, operarios informáticos, equipos de limpieza, proveedores, jardineros, carpinteros, albañiles y otros muchos profesionales que, a toda prisa, terminaron a duras penas sus trabajos horas o minutos antes de la inauguración oficial; también me refiero a profesores, conserje y servicio de comedor que en el tiempo record de 3 días montaron las clases y dependencias y prepararon la recepción de sus alumnos compartiendo espacios con los equipos de remates de la constructora Sacyr y decenas de proveedores de muebles y equipos que convergieron sobre el colegio en la última semana. Toda esta actividad "transversal" que cruza el currículo desde contenidos como "oficios y herramientas" y "espacios escolares" podría completarse con otros relacionados con la "Educación para la Ciudadanía" y relacionados con la participación, la solidaridad, el respeto... Me explicaré. El momento era especialmente adecuado para organizar un gran acto comunitario: una ceremonia participativa, respetuosa y solidaria donde padres, alumnos y profesores, juntos, expresaran su satisfacción por un colegio tan bonito y bien acabado, con dependencias funcionales, con una clase repleta de flamantes ordenadores, un laboratorio con banquetas superchulas, muebles nuevos en muchas clases, coquetos bancos en la entrada, un banco corrido espectacular rodeando el patio, una zona porticada amplísima, una zona "verde" que se adivina quedará preciosa... Sin embargo, la elección del centro por parte de la CAM para conmemorar el comienzo del curso escolar (que por otro lado nos trajo la bendición de la llegada de abundante material nuevo en tiempo record) pervirtió esta fiesta de todos convirtiéndola en un acto electoral más. Personalmente, y otros compañeros también me expresaron esta opinión, me resultó decepcionante. La comitiva mediática, precedida por secciones de reconocimiento desde días antes, dejó atado y bien atado recorrido, actividades, espacios a visitar... no importaba que los ordenadores no estuvieran enchufados: todo debía ofrecer imagen de normalidad, de funcionamiento perfecto. Las dependencias donde fue imposible colocar todo el material (¿quién puede colocar ordenadamente 10000 fondos de la biblioteca empaquetados en más de cien cajas sin tener siquiera a punto los armarios?) fueron cerradas a cal y canto y sus hermosos ventanales a los pasillos tapados con mapas de Europa Política seleccionados a toda prisa (aún tuvimos cuidado de escoger uno que incluyera las modernas repúblicas de la extinta URSS).
Todo lo aceptamos por el bien último del cole y de los niños. Se merecían un cole nuevo y moderno después de un año "de prestado" en una pabellón de ESO de un colegio concertado. Dejamos en el armario nuestras camisetas verdes para no empañar la inauguración del centro (y del curso escolar). Colaboramos en todo para que el cole estuviera a punto y agradecimos la bondad de las instalaciones aunque la primera reunión en la sala de profesores hubiera de realizarse de pie. Todos nos preparábamos para ver la cara de los niños al pisar su flamante nuevo cole. Esos ojos asombrados y esos comentarios de admiración serían un premio más que suficiente.
Y llegó el gran día. En el último apretón del día anterior y hasta cercana la noche, se logró terminar los remates y despejar los espacios interiores y exteriores. Por la mañana los niños entraron asombrados al amplio hall y desembocaron en un patio azul y luminoso. El colegio es un excelente mirador sobre Arganda y la propia capital. Subieron contentos a sus nuevas clases y aguardaron expectantes las primeras palabras y actividades propuestas por sus tutores. No esperaban que, tras las cristaleras de los pasillos, el cortejo mediático realizaba su recorrido, parándose de vez en cuando en algún aula, filmando las instalaciones más lucidas: el gimnasio, el laboratorio, la sala de informática... Después tuvo lugar, en un lateral sombreado del patio, la lectura de discursos. Hablaron nuestro director, el Presidente de nuestra Comunidad, un representante de los alumnos... Mientras los niños permanecían en sus clases supuestamente ajenos (la megafonía permitía adivinar que algo se cocía en el patio) y con la consigna de no asomarse a las ventanas en toda la mañana. Igualmente tuvieron que aguantar al chicharrera del sol colándose por los amplios ventanales que no pudimos cerrar (todo sea por no estropear la estética de las fotos). Por la noche sintonicé Telemadrid, (tuve que buscarla largamente con el mando, no es de mis favoritas precisamente) para contemplar lo que esperaba sería un completo reportaje sobre la inauguración del curso y del cole. De nuevo una decepción más. Del espacio dedicado al tema, la mitad de las imágenes correspondían a otros centros, preferentemente bilingües, y la parte filmada en nuestras instalaciones apenas incluía algunas imágenes en las clases dando preferencia al discurso "electoral" de nuestro Presidente.
Ante este espectáculo mediático nos sentimos decepcionados. Habíamos sido utilizados para servir de fondo a un cartel electoral. Resignados pensamos que, por lo menos, esta imagen de normalidad y modernidad que mostraba el colegio redundaría en su mejor funcionamiento, en una actitud más positiva en la comunidad educativa. He sido testigo de una clase electoral. He visto el descarado partidismo de la cadena de TV autonómica. Contemplé la forma de actuar de los equipos mediáticos autonómicos, el exceso de personalidades, del uso de los niños (dos cursos de primaria, como telón de fondo y de la reclusión del resto en sus clases mientras el director proclamaba su discurso para las autoridades presentes en el patio solitario, solo escuchado por el nutrido grupo de personalidades y los atónitos alumnos que, posiblemente, no entendieran muy bien porqué estaban ellos solos en el estrado. El resto estaban quietecitos en sus aulas procurando no molestar. Del paseo mediático de las personalidades nada que contar, es lo de siempre: la pretendida simpatía, el aparente interés por la actividad de los niños, las sonrisas a cámara...
Y yo pensando... ¿Y los niños, y los padres, y los profesores...? ¿No pintamos nada aquí?
9 de septiembre de 2014