En febrero de 1980 José ya tenía ocupados casi todos los fines de semana del verano, algo insólito en un cantaor que llevaba apenas tres temporadas haciendo festivales. Los primeros compromisos, firmados para finales de mayo, recién puesto en libertad, obligaron a José a pasar página de lo acontecido con el guarda jurado y su estancia en prisión y centrarse en lo artístico.
Por el contrario, yo no me di ni un día de tregua: eran tantas las irregularidades cometidas por la guardia civil, la noche de su detención, que temí que el proceso se siguiera instruyendo en la misma tónica.[i] Necesitaba un buen abogado y lo encontré en José Mª Rubio López que creyó la versión de José, me prometió que pondría todo el empeño en su defensa y lo hizo sin escatimar tiempo y esfuerzo.
Cuando me informó de la petición fiscal – cuatro años, cuatro meses y un día de prisión – me vine abajo: ¡Eso, a José, lo iba a hundir!… Acordamos ocultárselo mientras Rubio lo estimara oportuno (sólo se enteraría pocas semanas antes del juicio, en 1981). Sin embargo, esto haría muy difícil convencerlo de la necesidad de evitar las vías pecuarias y posibles provocaciones, hasta que se celebrara el juicio: él estaba seguro de sí mismo y no se sentía más amenazado que de costumbre en sus reivindicaciones. Se me ocurrió que la fórmula podría ser apartarlo del campo unos meses y autoricé a Pulpón a firmar todas las galas que le propusieran ese año[ii], sin restricciones.
Fin de fiesta en Alhaurín de la Torre, bailando (mal) a petición del respetable
El 21 de junio, mientras cantaba en la Torre del Cante, en Alhaurín de la Torre, nació nuestro tercer hijo, Emiliano, y quizás por eso sea éste uno de los festivales más queridos por nosotros. Ese año, como de costumbre, el cartel era impresionante: Fosforito, Camarón, el Sordera, José Menese, Juan Villar, Carmen Linares, Turronero, José y… más de 6.000 personas abarrotando el recinto.[iii] “La Torre” era el primer festival importante del verano malagueño y a él acudían los aficionados de toda la provincia en masa. Ocasión esperada por miles de personas para disfrutar del arte de la tierra y tomar el pulso a las principales figuras; grandioso festival en el que José participó, desde 1979 hasta mediados de los 2000, en 19 ediciones.[iv]
La gira que nos firmó Pulpón fue agobiante; una media de 22 conciertos al mes de junio a finales de octubre. Acabó cansado pero acerté: apenas pudo asomarse a las cabras y tuvimos así unos meses de tregua y relativa tranquilidad, sólo enturbiada por un percance en Alcolea de Córdoba a finales de agosto.
Estaban él y Luis de Córdoba en cartel y, mientras Luis hacía la primera parte, informé a Agustín Gómez, encargado de la presentación, que José se había quedado repentinamente sin voz y no podría cantar. “Yo no puedo salir ahí para decir eso, porque se va a liar; es mejor que suba él, para que la gente vea que ha venido, y que sea José quien lo explique”. Y se subió, pero la gente no lo dejaba marchar: ¡Haz lo que puedas! ¡Sigue ahí! ¡Canta, aunque sea por señas! Y así, hasta que José lo intentó por soleá, con la voz como un serrucho… El público se mostró respetuoso ante su impotencia, menos cuatro graciosos que se pusieron a berrear y a reírse: “¡Mecagoendios! ¿No dije que no podía cantar? “ Enfadado consigo mismo, abandonó el recinto, entre los aplausos del respetable.
Siguió una denuncia presentada ante el juzgado de Córdoba, a la que dimos poca importancia, y el inevitable Agustín Gómez arengando con virulencia al personal, desde su programa en la COPE, contra el blasfemo que les “había enviado Sevilla”… ¡Un santiño, el señor Agustín! Pero… Sevilla ¿qué tenía que ver en todo esto?
Fotografía de Eli Reed en la sierra de Aznalcóllar
Verano de grandes emociones, satisfacciones artísticas y desplazamientos imposibles, que nos pareció interminable. Ansiábamos volver a nuestra rutina, nos habíamos ganado disfrutar de un invierno apacible pero se ve que perdimos el boleto: los pelentrines, crecidos por la detención y proceso a José, le salían al paso; la Guardia Civil le impedía circular por las vías pecuarias, y yo no respiraba tranquila hasta que no lo oía llegar, por la noche. Se lo comenté a Rubio y me recomendó que nos fuéramos a vivir a otro lado porque allí le iban a hacer la vida imposible; lo iban a provocar hasta que se peleara con alguien y, si eso sucedía, lo tendríamos mucho más complicado en el juicio. José, al principio encontró descabellado el consejo del abogado pero, a los pocos días, tuvo otro encontronazo con un pelentrín, que lo amenazó con una escopeta cuando pasaba por una verea, y decidió que era hora de marcharse de su pueblo.
Desde que, en 1974, comenzara a reivindicar, en solitario, las Vías Pecuarias, ningún sacrificio fue tan duro de asumir para José: “A mí, del pueblo me da igual porque no encuentro cariño ni solidaridad en él, más bien parece que muchos están deseando verme de nuevo entre rejas… pero alejarme del paisaje donde me he criao … aquí conozco todos los caminos, las piedras, los arroyos; crecí a la par de los olivo y las encinas: soy uno más entre ellos. En cualquier otro sitio que no sea Aznalcóllar siempre voy a serle extraño al paisaje y él a mí. Me voy por ti y por estos niños, Elena: si estuviera solo, aquí dejo el pellejo, al pie de las cabras, reclamando las vereas”.
[i] Ver, en este blog “Has atentado contra la autoridad y se te va a aplicar la ley antiterrorista”
[ii] Sólo tenía autorización, hasta entonces, de firmar 3 conciertos seguidos y luego siempre un par de días de descanso.
[iii] Ver transcripción de la crítica de Gonzalo Rojo en Sur en la página de prensa, en este blog
[iv] Sólo superado por El Castillo del Cante, de Ojén, donde han contado con la presencia de El Cabrero 23 veces en su carrera.
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