La esteticista que me arreglaba las uñas —tanto de pies como de manos— solía decir, mientras aplicaba el esmalte, que tenemos tres cuerpos: el material, el astral y otro más que, con gesto de complicidad, aseguraba que requería un alto grado de comprensión espiritual para explicármelo. Nunca le presté demasiada atención, hasta el día en que fui abducida, encarcelada y ejecutada en Mimas.Fue