Hoy mismo, la Ministra Aído ha tenido que rectificar y aclarar que "en ningún caso" ha solicitado una asignatura concreta sobre feminismo. ¿Por qué? La reacción de Aído me ha hecho pensar en mi carrera universitaria, y en qué hubiera dado yo entonces por tener una asignatura sobre feminismo; no digamos ya sobre literatura lesbiana. Recuerdo que escuché la primera referencia sobre la existencia de los estudios queer en un máster de literatura comparada; tenía yo entonces veintisiete años. Nadie, en ninguna etapa anterior de mi formación universitaria, había nombrado lo innombrable. Y pienso también en la labor que están realizando profesoras universitarias comprometidas con la difusión y la visibilización de las creaciones literarias de las mujeres (la doctora Meri Torras de la UAB, por ejemplo). Yo hubiera matado (como la Esteban: MA-TO) porque me hubieran dado clase sobre Mary Wollstonecraft , Judith Butler, Adrienne Rich o, al menos, por aquello de estar cursando estudios de filología, sobre Djuna Barnes, Radcliffe Hall, Jeanette Winterson, no digamos Isabel Franc! A mis veinte años, el panorama en la biblioteca universitaria era bastante desolador; en las librerías, peor aún. Me pregunto cuántas de nosotras hemos tenido que construirnos una tradición y una historia propias; avanzando a tientas, sin guía ni mapas.
Esta des-orientación es especialmente evidente en lo que se refiere a los estudios sobre literatura lesbiana. Hace poco terminé mi lectura de Que me estoy muriendo de agua. Guía de narrativa lésbica española, de María Castrejón (1974), poeta, autora de novelas y crítica literaria. Podéis consultar su blog aquí. Que me estoy muriendo de agua es uno de esos libros necesarios que, como se dijo en la presentación de Ellas y nosotras, desbrozan la selva a la que deben hacer frente quienes deseen conocer y/o empezar a estudiar a fondo la literatura lésbica española, desde el siglo XX hasta nuestros días. Resume y analiza obras de diversas autoras - Ángeles Vicente, Esther Tusquets, Ana Maria Moix, Cristina Peri Rossi, Carme Riera, Marina Mayoral, Lucía Etxebarría, Isabel Franc/Lola Van Guardia (a propósito de la cual acuña la denominación chick-chick-lit), Concha García, Jennifer Quiles, Gabriela Bustelo...- con un lenguaje muy próximo, sin sofisticaciones y no exento de humor: porque, ya puestos a inventar, quién puede argumentar que los ángeles no sean negros o que Dios no es una cantante canadiense. He encontrado particularmente Interesantes sus observaciones sobre el lenguaje homoerótico, algo que empecé a plantearme al leer Dame placer, de Flavia Company. En defintiva, Que me estoy muriendo de agua construye caminos, ofrece modelos, visibiliza una parcela de la historia literaria y la hace accesible, nos vincula a una historia que no es la que nos explican en la escuela ni, hasta hace casi nada, se explicaba en las universidades.
La historia de todas mis madres -las que eran lesbianas y las que no- fue ninguneada, cuando no manipulada o directamente ocultada. La historia de todas aquellas que resistieron a las convenciones y se rebelaron contra las limitaciones que quisieron imponerles. Artistas, escritoras, filósofas, científicas, cuyo intelecto y ansias de libertad tuvieron que soportar las limitaciones, cuando no la burla, el menosprecio e, incluso, la persecución y el castigo, de sus privilegiados compañeros varones y el sistema que sustentaba su poder sobre ellas. A pesar de ello y contra ello, fueron capaces de dejar su huella en la historia y llegar hasta mí, hasta todas nosotras. De ellas podrían aprender mucho las generaciones futuras, e incluyo, naturalmente, a los hombres que respetan y valoran a sus iguales. ¿Una asignatura sobre feminismo en las universidades españolas? Decididamente, con firmeza y sin dudarlo, Sí, señora Ministra. Se lo debemos a esas mujeres de nuestro pasado común que dan tanto miedo al ABC, a la COPE y a l@s que en pleno siglo XXI siguen diciéndonos que el feminismo es un pensamiento débil.