En definitiva

Publicado el 01 abril 2014 por Javier Marcos Angulo @clamorsegovia
El Tribunal Constitucional (TC) ha dictado sentencia sobre la resolución del Parlamento de Cataluña de 23 de enero de 2013.
En dicha resolución, la que se aprueba en el Parlament  la 'Declaración de soberanía y del derecho a decidir del pueblo de Cataluña'.
En un artículo de opinión aparecido en el diario El País de 27 de marzo de 2014, el autor hace una disección de la sentencia del TC que a mi (por supuesto no soy experto en estas cuestiones si acaso al menos intento tener sentido común), me parece que en dicho artículo -firmado por Francesc de Carreras, profesor de Derecho Constitucional-  a parte de su razonamiento jurídico, llega a una conclusión que creo hay que tener en cuenta. 
Transcribo lo siguiente, refiriéndose a dicha sentencia del TC: "(...) si la Asamblea Legislativa de una Comunidad Autónoma, que tiene reconocida por la Constitución iniciativa de reforma constitucional (arts. 87.2 y 166.CE), formulase una propuesta en tal sentido, el Parlamento español deberá entrar a considerarla".
Y dice el profesor  Francesc de Carreras: 'la Constitución no es un muro impenetrable, es un cauce para que se exprese la voluntad popular. Pero este cauce, estos procedimientos, deben ser legales porque democracia y Estado de derecho son dos conceptos intrínsecamente unidos. El error es desviarse de la legalidad, error inaceptable porque es desviarse de la democracia'.
Bien es cierto que nuestra Constitución nació de un pacto del parlamento constituyente, y de eso hace ya 36 años. Significa que para seguir conviviendo todos los españoles, es necesario que podamos reformar la Carta Magna a los nuevos tiempos que vivimos, siendo conscientes de que como se hizo en su día, dialoguemos para conseguir que todos estemos a gusto en nuestro país, con sus diferencias pero también con sus afinidades para conseguir, entre otras cosas que nos respeten en el mundo.
Para ello no cabe la menor duda que el poder ejecutivo establezca ese cauce prioritario  para establecer la armonía entre los grupos y personas para que sean las más justas posibles y esto se hace dialogando.
Los tres pilares básicos de una democracia como son la libertad, igualdad y justicia, conduzcan a esa convivencia que todo Estado de derecho debe conseguir.
Efectivamente el poder judicial, para esta gran tarea debe de ser totalmente independiente.
Busquemos el cauce  del dialogo entre todos,  en definitiva.