En dos o tres semanas

Publicado el 08 octubre 2011 por Carmentxu

No sé si la serie de entrevistas de la BBC (la semana pasada al pseudobroker Rastani y ahora un asesor del FMI vaticinando el colapso del sector bancario y de la deuda soberana europea en “dos o tres semanas”) se debe a una nueva línea editorial de la cadena encaminada a incrementar su audiencia y dejarse de tonterías como una información contrastada, veraz y multidimensional. Lo cierto es que la realidad prueba que las palabras y vaticinios de los personajes que más mandan, como éste último caso, acaban convirtiéndose en realidad sólo por el hecho de pronunciarlas. Como les sucedía, no hace tanto, a los especuladores, que convertían en oro todo lo que tocaban. Creo que si vaticinaran una recuperación económica y el fin de la crisis ésta también desaparecería de un plumazo. Pero no están por la labor: hay muchos sacando tajada de estos precios tan bajos, de esos intereses tan altos… Vamos a apretar un poco más las tuercas…
Mientras, la economía productiva (sólo los nostálgicos se acuerdan ya de ella), languidece entre deudas. Eso pasa por recurrir a los créditos en lugar de invertir esos beneficios obtenidos durante los buenos tiempos en el negocio propio en lugar de en la casa unifamiliar, el coche, el yate, ropa, joyas…). Lo cierto es que hasta que no entiendan (no es tan difícil) que su bienestar pasa por el de los ciudadanos-consumidores, la economía, su economía, no se arreglará tampoco. No se puede pretender empezar la casa por el tejado, de la misma manera que es bastante difícil para una empresa tener beneficios produciendo y comercializando sus productos si no hay nadie para comprarlos. Recuerden, señores empresarios: si los consumidores están contentos, con una sanidad pública de calidad, una buena educación que asegure un futuro mejor para sus hijos, una vivienda digna, una mínima capacidad de ahorro coprarán sus productos por muy superfluos que sean. Y todos saldremos ganando. Por eso es importante tener las cosas claras “en dos o tres semanas”, antes de la locura y el festival del humor que supone cada campaña electoral.