En el adiós de un mito

Por Antoniodiaz

Julián Jaén


El único consuelo que me queda en la muerte de Antoñete es que el pobre no se ha llevado el chasco de asistir -en vida, claro- a su propio entierro. No se lo merecía. Un tío entre cuyas virtudes estaba la generosidad y el altruísmo, y que no ha hecho nunca mal a nadie, salvo a sí mismo, merecía otro adiós. Unos no se lo han sabido dar, otros no han querido saber nada del tema.
Vale que el día, laborable, lunático, gris, lluvioso, muy madrileño, ayudaba poco. Pero qué es esa minucia, cuando el aficionado, a estos últimos vestigios del hombre cabal, llamados toreros, los arrojamos inmisericordemente a las fauces del horror en tardes lluviosas, de arenas movedizas contra garlopos de furia pantanosa. Que ingrato es este mundo las más de las veces. No ha habido multitudes soliviantadas por el dolor ni grandes masas añorando la grave pérdida. No por lo menos en la cantidad que exigiría el sepelio de uno de los mejores toreros que dió y dará este terruño cainita que tenemos por patria.
El aficionado cabal, que es minoría, sí que peregrinó durante toda la mañana a su plaza de las Ventas, a ver al ídolo, ojito derecho, héroe, amigo, hijo predilecto y maestro que todo el que ve de toros tuvo, tiene y querrá volver a tener. Sorprendente y pesarosamente, por lo menos para mí, las mal llamadas figuras, o alguna de ellas, como Morante de la Puebla, Juli, José Tomás, José María Manzanares o el Cid, no tuvieron a bien acudir a las exequias. Sí que lo hicieron Cayetano, Ponce, Fandiño, Uceda Leal, Rafaelillo, Frascuelo, Juan Mora, Encabo, Robleño y algunos compañeros más del oficio. Tomo nota, que dijo un guaja que de esto chanelaba. Tampoco hicieron acto de presencia los grandes empresarios del momento, ni los Chopera, que vuelven a demostrar que es mentira aquello de "de tal palo tal astilla", ni siquiera Simón Casas que, aunque tiene comité para la ética, se puede decir que de ella, va escasito. Los políticos, esos que son a la tauromaquia lo que Batasuna a la democracia, no han estado a la altura, que no era mucha, sobre todo los del bando socialista, invisibles, aunque para ser justos, nos figuramos que si los peperos estuvieran fuera del trono, la historia sería justo al revés. Les interesa poco y mal. A todos.
La agonía social de la tauromaquia, y la apatía de los que la regentan, los inútiles del Centro de Asuntos Taurinos, aquí en Madrid, fue evidenciada en una patética metáfora: mientras en el redondel, los julais de Cold Play, millonarios gracias a su tema "Viva la vida", eran ya dueños, con llaves, del cortijo; fuera, sin poder dar una última vuelta al ruedo -de fuera vendrán que de tu casa te echarán-, se llevaban muerto Antonio Chenel, Antoñete. Cuanta crueldad.
Por fín podrá descansar en paz, Antonio Chenel Albadalejo, "Antoñete" en la memoria.

La última Puerta Grande de Chenel from Rosa Jiménez Cano on Vimeo.
Video de Rosa Jiménez Cano.