Aquel 14 de marzo de 1883, apenas once personas acudieron al entierro de un Marx apátrida. Sobre su lápida, dos leyendas: "¡Proletarios de todos los países, uníos!", presente en la última línea del Manifiesto Comunista y la frase de la Tesis XI sobre Feuerbach (editada por Engels): "Los filósofos sólo han interpretado el mundo de distintos modos, pero de lo que se trata es de transformarlo".
Ciertamente, Marx, durante su vida fue sólo relativamente conocido. Su influencia comenzó poco después de su desaparición. Igual que Cristo no fue cristiano, Marx no fue marxista. Él mismo, al enterarse de que en Francia había surgido un partido marxista aseguró “soy yo entonces el que no es marxista”.
Pero la influencia de Marx es innegable. Si Marx paseara por las céntricas calles de su exilio londinense en la actualidad se encontraría con camisetas con su rostro impreso en tiendas de ropa de diseño y la leyenda: “I told you so!” (te lo dije), en clara referencia a la que está cayendo en el mundo con un capitalismo desbordado y enloquecido.
Y quizá si tuviera a su alcance las redes sociales de la actualidad, el Manifiesto del Partido Comunista habría corrido como la pólvora.
El 5 de mayo se cumplieron 195 años del nacimiento de Carlos Marx en la ciudad alemana de Tréveris, en el seno de una familia acomodada. Con 17 años, su padre le envió a estudiar Derecho a Bonn, pero al joven Carlos no le gustaba en exceso esa discClub de la Tabernade Tréveris. Al poco marchó a Berlín a estudiar, centrándose más en la filosofía y la historia, donde entra a formar parte de los jóvenes hegelianos. A Hegel no le conoció en vida y mantuvo con sus teorías filosóficas una relación de amor odio.iplina, al menos, no tanto como las salidas nocturnas, que llegó a ser copresidente del
Años antes, en 1848, publicaría junto a Federico Engels El Manifiesto del Partido Comunista, donde explica que la historia de la sociedad es la historia de la lucha de clases, la lucha entre explotadores y explotados, y que la emancipación mediante la revolución de los explotados, del proletariado, sería la emancipación de toda la humanidad.
El hecho es que los capitalistas han sido grandes estudiosos de Marx y, al tiempo que han sabido mantener desunidos a los explotados del mundo, han logrado mantenerse unidos en esta globalización de los mercados. Sin duda, si Marx levantara la cabeza exclamaría lo que reza la camiseta londinense: “¡Os lo dije!”
La España revolucionaria
Marx era un brillante analista del presente y del pasado, como demostró en el XVIII Brumario de Luis Bonaparte. Profesional del periodismo escribió una serie de nueve artículos sobre los sucesos acaecidos en España en 1854. Esto es, el pronunciamiento liberal conocido como La Vicalvarada y que dió como resultado el bienio progresista. Los artículos fueron un encargo del New York Daily Tribune, un periódico estadounidense, a quien, no nos engañemos, le venía muy bien la desestabilización de España para lanzarse sobre la Cuba colonial.
En un editorial habla Marx, a cuento de Espartero, sobre una de las peculiaridades de las revoluciones que consiste “en que, justamente cuando el pueblo parece a punto de realizar un gran avance e inaugurar una nueva era, se deja llevar por las ilusiones del pasado y entrega todo el poder y toda la influencia, que tan caro le han costado, a unos hombres que representan o se suponen que representan el movimiento popular de una época fenecida”.
En definitiva, de aquellos barros, estos lodos…