El pasado viernes se estrenó en España, tras varios intentos de aterrizaje fallidos, la versión que el director brasileño Walter Salles realizó del célebre libro de Jack Kerouac ‘En el camino’. Personalmente la película me decepcionó bastante aunque reconozco que mis expectativas eran muy altas, ya que durante muchos años, ‘On the road’ fue mi libro de cabecera, el que me llevaba de viaje, subrayaba y hacía anotaciones. Por otro lado, Salles había demostrado tener el talento suficiente como para realizar un producto a medio camino entre lo comercial y el cine de autor. Pero es que este libro no puede pastar entre dos montañas. Eché en falta la pasión y el libertinaje creativo de Kerouac en la pantalla. Aunque el intento de Salles es meritorio, se quedó en un simple gatillazo.
Cassady y Kerouac
Y es que hay libros que quizás son imposible de llevar la pantalla. El rollo en el que Kerouac escribió ‘En el camino’ da para un largometraje de duración indeterminada, y una introspección mucho más desarrollada de los dos protagonistas principales, que durante años se recorren de costa a costa los Estados Unidos entre trabajos mediocres, frías amistades llenas de complicidad y amores fugaces e intensos. Es un terreno no apto para encorsetamientos, y hay tanta energía en el espíritu de sus protagonistas (el espejo en el que se vieron varias generaciones) que no se puede comprimir en una película. Además, el personaje de Neal Cassady/Dean Moriarty es demasiado icónico como vestirlo en el actor inadecuado, como sucede con Garrett Hedlund en la película de Salles. Hay mitos que sólo tienen cabida en el mundo de la imaginación, aunque hay excepciones como El Chico de la moto, de ‘La ley de la calle’, personaje hecho a la medida del entonces buen actor Mickey Roucke.
“Las únicas personas que me agradan son las que están locas: locas por vivir, locas por hablar, locas por ser salvadas.” (En el camino, Jack Kerouac)
Al igual que el personaje de la película de Coppola, hay espíritus libres imposibles de mantener en una pecera pequeña. En el fútbol hay ejemplos como Juanito,George Best o, recientemente, el jugador uruguayo del Liverpool Luis Suárez. En el pasado mundial de Sudáfrica ya la lió con su inesperado penalty en los cuartos de final ante Ghana. En el último suspiro del partido, Suárez se lanzó a parar un remate a gol de los africanos usando sus propias manos, justo cuando el balón iba a entrar dentro de la portería. El posterior penalty lo falló Gyan y, tras la tanda de penalties posterior, los charrúas consiguieron una discutible plaza en semifinales.
Suárez mordiendo a Ivanovic
Ayer Luís Suárez volvió a sacar su genio y sembrando de caos y magia un terreno de juego. Ante el Chelsea provocó un penalty, mordió en el brazo al defensa Ivanovic y marcó el gol del empate en el minuto 97. Suárez es explosivo, talentoso pero con arranques de locura (ya mordió a un rival cuando jugaba en el Ajax, además de ser denunciado por insultos racistas al jugador Patrice Evra). Dean Moriarty se habría liado a puñetazos con él en un terreno de juego y luego habrían compartido cervezas, pues sólo alguien con esa bipolaridad sabría encontrar y respetar a sus semejantes en la ruta de la vida.