"En el camino", Jack Kerouac (1951)

Publicado el 15 febrero 2015 por Joaquinvarela
Mis queridos amigos: nos encontramos en presencia de un libro que -como poco-, todo Dios califica de "mitico", por aquello de ser el padre espiritual de la generación beat (aprovecho aquí para reconocer mi soberana incultura sobre las diversas tribus urbanas que pululan las urbes: todo lo más sé que si te dejas barba larga y negra (sin llegar al punto Sij), eres un Hipster. Supongo que si la barba está cana eres un cruce entre Hemingway y el abuelo de Heidi).
Adelanto lo del libro mítico porque si se me ocurriese, osara u osase ponerlo a caldo o decir que no es para tanto, sería probablemente asaeteado por hordas y hordas de comentaristas cultos de blogs. No quiero con ello decir que vaya a hacerlo, prevengo.
Y ahora les cuento porque es mítico, para que juzguen ustedes:
Primero, porque , literalmente, está escrito en un rollo. Sí, en un rollo de télex de casi 40 metros de largo mecanografiado sin márgenes (esto forma parte de la fase de documentación que conviene hacer antes de leer). En todo caso, no se preocupen por mí, esto se refiere al original, yo lo he leído en el Kindle.
Segundo, porque relata, cambiando los nombres de los personajes, tres viajes reales que Jack Kerouac (Sal Paradise) realiza con quien es el otro elemento central de la novela: Dean Moriarty, cruzando Estados Unidos a lo largo y a lo ancho, incluso llegando a México D.F. Parte de la fama de la mítica Ruta 66 se gestó en esta novela (es decir, es radicalmente falso que Disney Pixar y Rayo McQueen tuviesen algo que ver).
Tercero porque, sí, está muy bien escrita. Con un ritmo enloquecido que refleja magistralmente el viaje. Los relatos de las rutas en coche y sobre todo los episodios dedicados  al Jazz y al Be Bop son increíbles.
El baterista, Denzil Best, estaba sentado inmóvil exceptuadas sus muñecas, que movían las escobillas. Y Sharing empezó a balancearse en el taburete del piano, hacia adelante y hacia atrás, al principio con lentitud, luego de acuerdo con el ritmo, cada vez más deprisa, mientras su pie izquierdo golpeaba el suelo marcando el compás, su cuello se balanceaba retorciéndose , bajaba el rostro hasta las teclas, se echaba el pelo hacia atrás; se despeinó y empezó a sudar. La música se hacía más potente. El bajista se encorvó y tocaba cada vez más fuerte, y cada vez más deprisa; eso era todo. Sharing empezó a tocar su solo.; los acordes salían del piano como grandes chubascos, y se pensaba que el tipo no tendría tiempo de ordenardos. Se agitaban como el mar...

El "pero" es que se me ha hecho un poco largo: cuando lo que mola es viajar, las etapas de descanso son bastante repetitivas y aburridas. Tanta fiesta y tanto pedo desnortado aportan poco al global resultado final, venga de pasar de una mujer a la otra  y trasegar cerveza...
Por otra parte, ¡qué resistencia ante el alcohol!