Aunque un poco justos de tiempo, pudimos combinar la estancia para conocer tres magníficas ciudades de la gran Polonia: Poznan, Wroclaw y Torun.
Dedicaré un capítulo del blog a cada una de estas ciudades, esperando poderlo completar algún día no demasiado lejano, con Cracovia.
El espíritu comercial de Poznan no viene de cuatro días. Desde 1925 se organiza la Feria Internacional anual, convirtiendo a la ciudad en un importante centro de negocios y de celebración de convenciones. Esto no significa que sea gris y aburrida, de traje y corbata. El gran número de estudiantes que concentra la ciudad dan vida a sus calles y a sus plazas y la fiesta está asegurada. Hay que tener en cuenta que la primera escuela de educación superior en Poznan, la Academia Lubranski, fue fundada en 1518 y actualmente alberga más de 10 escuelas superiores.
En el siglo X, el Duque Mieszko I la escogió como una de las capitales de su Ducado y en el año 968 se construyó la Catedral, la primera de Polonia. La situación de la ciudad en las rutas comerciales europeas, favoreció su expansión y desarrollo. Después de una época de esplendor, empieza el declive a partir del siglo XVII, primero con la invasión sueca y luego con las epidemias de peste y varios incendios. En el siglo XVIII y con el nombre de Posen estuvo bajo dominio de Prusia durante más de cien años. Recuperada por Polonia después de la I Guerra Mundial, se volvió a perder en favor de la Alemania nazi en la II Guerra Mundial.
Posteriormente y bajo dominio soviético, demostró su carácter valiente y decidido siendo la primera ciudad que se levantó contra el régimen ya en 1956. Miles obreros se manifestaron como protesta por la precaria situación económica y más de 70 personas perdieron la vida.
Llegamos al aeropuerto de Lawica que se encuentra a tan sólo unos 5 kilómetros de la ciudad. La opción más rápida para llegar al centro es la línea de bus L Express pero teníamos que esperar bastante rato a que llegara el siguiente bus. De todas formas, el bus nº 59 tiene una mayor frecuencia y sólo tarda unos 30 minutos en hacer el recorrido hasta el centro. Los billetes (3.60PLN) se compran en el quiosco del interior o en la máquina que se encuentra justo en la parada, pero no en el mismo autobús. Se pueden adquirir billetes en base al número de paradas o por un tiempo determinado (sale rentable siempre que no sea en hora punta). Del aeropuerto a la ciudad, con un billete de 30 minutos es suficiente.
Pasamos rápidos y veloces por el hotel con ganas de salir a comernos la ciudad. Bajamos por la gran avenida Sw. Marcin donde los tranvías circulan sin parar. La primera imagen de Poznan me recuerda otras ciudades del ex bloque comunista. Bonitos edificios con la fachada ennegrecida pidiendo a gritos un buen lavado de cara, algunos feos bloques de pisos color cemento y bastantes monumentos y edificios ya restaurados que muestran todo su esplendor.
A escasos metros y detrás de un bonito parque, se levanta el Gran Teatro, construido en 1910 en estilo neoclásico. Desde 1919 es la sede del Teatro de la Ópera y fue en este lugar donde se representó la primera ópera, acabada la II Guerra Mundial.
Seguimos caminando y desviamos en dirección a la calle Polwiejska, zona peatonal repleta de comercios. La estatua del Viejo Marych (2001) nos da la bienvenida. Representa un ciudadano imaginario de Poznan creado por el actor Marian Pogasz en un popular programa de radio que duró del 1983 al 1999 cuando murió el actor. Se trataba de cortas historias explicadas con el especial acento local. El personaje del Viejo Marych se desplazaba al trabajo en bicicleta y mientras iba observando a la gente, hablaba de diversos temas, como la situación política de la época. La cara del Viejo Marych, es la del actor Marian Pogasz, su creador.
Se trata de una antigua fábrica de cerveza del 1890, la “old Huggers”. En 2002 empezó el proyecto de construcción de este centro y acabó en 2007 con un resultado realmente acertado. Se han conservado la mayor parte de elementos de la antigua fábrica y se ha convertido en uno de los lugares de Poznan que, según mi opinión, son imprescindibles para el visitante. Aquí es donde comimos ese primer día, en una mesa junto al gran atrio central. Hay una variada oferta gastronómica a buen precio y los diferentes negocios comparten el área de mesas. Al lado, hay una zona wifi donde los estudiantes aprovechan el tiempo con sus portátiles.
Después de comer, nos dirigimos al verdadero corazón de la ciudad: Stary Rynek o Plaza del Mercado Viejo, una gran plaza cuadrada de 141 metros de lado.
También quedó muy dañado el bello edificio del Ayuntamiento renacentista construido entre 1550 y 1560 pero hoy en día es un bello monumento. Consta de tres pisos con amplias arcadas y tres torres en la parte superior. Cada mediodía, dos pequeñas cabras mecánicas situadas en la torre del reloj marcan la hora recordando una antigua leyenda que las ha convertido en el símbolo de Poznan. Se dice que cuando acabó la construcción del reloj, Bertel Wolf decidió mostrar su trabajo a las autoridades locales. Mientras se estaba preparando la fiesta oficial, se le escaparon dos cabras al cocinero, las cuales fueron a parar a la torre del reloj. Los visitantes concentrados en la plaza vieron como se embestían con los cuernos y se decidió añadir un mecanismo adicional al reloj con la imagen de estos animales.
El edificio del Ayuntamiento alberga el Museo de Historia de la Ciudad el cual visitamos (5.5 PLN). Destacan la Cámara Real, la Cámara de la Corte y el Gran Hall de entrada, con unos magníficos frescos.