"EN EL CORAZÓN DEL BOSQUE" de Jean Hegland

Publicado el 23 enero 2022 por Marianleemaslibros

La próxima Navidad esto habrá terminado, y mi hermana y yo habremos recuperado la vida que pensábamos vivir. La electricidad volverá, los teléfonos funcionarán otra vez. Los aviones volarán de nuevo sobre nuestro claro del bosque. En la ciudad habrá comida en las tiendas y gasolina en las estaciones de servicio.
Mucho antes de que llegue la próxima Navidad nos habremos permitido todo lo que ahora nos falta y ansiamos: jabón y champú, papel higiénico y leche, fruta fresca y carne. Mi ordenador funcionará y el reproductor de CD de Eva también.
"En el corazón del bosque" es una distopia que, aunque fue escrita en 1997 (de hecho, “In to the forest” fue la primera novela de esta autora estadounidense, después le han seguido otras tres: "Windfalls", "The life within", y "Still Tim"), ha sido rescatada y publicada en España en marzo de 2020, en pleno confinamiento. Estremece pensar que se le ocurriera algo así en aquella época, hace tanto tiempo, habiendo tantos rasgos y similitudes con lo que hemos vivido, con lo que estamos viviendo, ¿profeta en esta tierra? ¿visionaria? Eso sí, en la novela, la cosa es mucho más grave, es un caos, pero mucho peor que nuestro caos pandémico, aunque el fondo de la cuestión digamos que es el mismo: esa sensación de colapso mundial que respiran los personajes y que impregna toda la historia, de que el mundo se va a la mierda, de que quizás esté llegando el apocalipsis, eso nos suena ¿a que sí?
Las civilizaciones caen, las sociedades colapsan y quedan pequeños grupos de individuos que luchan por encontrar comida y defenderse de la enfermedad o de los merodeadores mientras la hierba crece en el suelo de los palacios y los templos se derrumban.

La trama sin spoilerLa novela narra la vida de Nell y Eva, dos hermanas de diecisiete y dieciocho años, que viven en una casa “en el corazón de un bosque” de Norteamérica, apartadas del mundo porque sus padres decidieron educarlas de una forma diferente a la tradicional, sin tener que ir al colegio («Mis hijas disponen libremente del bosque y la biblioteca…La escuela no sería más que un estorbo», dice el padre), en un entorno de plena fusión con la naturaleza, alejadas de la sociedad consumista y del capitalismo imperante, como un intento de aislarse de ese mundo en permanente crisis económica y climática, que ya venía de tiempo atrás. Por cierto, aprovecho para recomendaros una película que me encantó y que es de ese rollo: "Captain Fantastic" (Matt Ross, 2016) es buenísima, tenéis que verla. 
La tasa de desempleo era insostenible, el sistema de prestaciones sociales estaba muy sobrecargado. La economía había avanzado con dificultad durante decenios. Eran ya dos generaciones las que soportaban una crisis indefinida del petróleo. La temperatura global aumentaba, los bosques estaban desapareciendo.

Nell, la pequeña, nos cuenta a través de sus escritos y de sus reflexiones a modo de diario (necesita escribir para desahogarse, para sacar la rabia y el miedo afuera) como eran las cosas antes de “la anormalidad”, como son ahora, y como se ha llegado hasta la situación actual. Poco a poco, primero de forma temporal dieron comienzo los apagones intermitentes, las caídas de la telefonía y de internet, empezó a escasear la comida, los medicamentos, el combustible, la gasolina, los electrodomésticos dejaron de funcionar. Las tiendas de las poblaciones cercanas fueron echando el cierre, cerró la escuela donde trabajaba el padre, los hospitales, las calles, las casas se fueron quedando vacías. Dichas anormalidades se fueron haciendo cada vez más frecuentes, hasta ser permanentes y después llegó la continua espera, la esperanza de que solo era cuestión de tiempo, de que todo volvería a ser como antes en cualquier momento.
Junto con la preocupación y la confusión brotó un sentimiento enérgico, liberador. Las viejas reglas habían quedado temporalmente suspendidas, y resultaba excitante imaginar los cambios que sin más remedio surgirían de aquel caos, lo que la gente habría comprendido —y corregido— cuando las cosas empezaran a funcionar otra vez. Incluso mientras la vida de todos se volvía incierta, la mayoría de las personas parecía experimentar un nuevo optimismo, compartir la sensación de que estábamos superando lo peor, y de que pronto las causas de todo este desorden habrían sido purgadas del sistema, y Estados Unidos y el futuro estarían en mejor forma que nunca.

¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
Tenemos entre manos una lectura intimista, a momentos algo lenta, a momentos totalmente adictiva, la historia de la transformación personal de Nell y Eva, de cómo afrontan la soledad, el duro cambio de todo su mundo. Todo lo conocido y seguro se esfuma y no les queda más remedio que reconectar con el bosque en el que viven, con la naturaleza. No les queda más remedio que aprender a protegerse de los múltiples peligros que las rodean, accidentes, saqueos, visitas de indeseables y comprender que la vida siempre ofrece nuevos comienzos, por muy mal que estén las cosas.
Poco a poco, el bosque por el que paseo se está convirtiendo en mío, no porque yo sea su dueña, sino porque empiezo a conocerlo. Lo veo de manera diferente. Ahora comienzo a distinguir su variedad: en las formas de las hojas, en la organización de los pétalos, en el millón de matices del verde. Estoy empezando a comprender su lógica y a percibir su misterio. Allá donde voy trato de observar lo que me rodea: un macizo de menta, una mata de hinojo o un campo de amaranto listo para ser recolectado, o al que habrá que volver algún día, cuando sea más necesario, o cuando la estación sea la adecuada.

No he podido evitar que me viniera a la cabeza otra distopia que leí hace poco, “La pared”, de Marlen Haushofer. Ambas (las dos maravillosas) tienen en común que no le dan importancia a los motivos, conocer con exactitud lo que está ocurriendo no es lo más importante. Lo que de verdad importa es la supervivencia, salir adelante, la capacidad de adaptarse a las nuevas situaciones con lo que se tiene y dispone en cada momento, aprender el lenguaje propio del bosque, a convivir con la madre naturaleza y sacar provecho de todo lo que esta puede ofrecernos. Aunque en este caso como quién no quiere la cosa y por encima, se nos cuenta que hay una guerra de fondo, sequías, enfermedades víricas con elevada mortalidad, mucho miedo a los gérmenes y a los contagios, hambruna, ausencia total de víveres y objetos de primera necesidad.
Me habló de los días en que llegó la gripe, y de la conmoción y el pánico que la gente sintió cuando se dio cuenta de que no había nada ni nadie a lo que recurrir para curarse. Me habló del temor al contagio que reinaba en la ciudad, de cómo las personas dejaban de estrecharse la mano y de compartir su comida, de cómo se encerraban en sus casas y sin embargo morían, se encontraban bien una semana y fallecían a la siguiente. Nos enteramos de que una nueva fiebre hemorrágica estaba azotando el país, así como cepas más virulentas de tuberculosis y sida. Nos enteramos también de que los disturbios iban en aumento.

Esta novela me ha enganchado totalmente. Lo mejor, lo más disfrutable. . ., la peculiar relación entre Nell y Eva, la relación entre ellas y sus padres, y la de todos ellos con el bosque que les rodea. Los personajes de los progenitores, también son muy buenos, el padre demasiado protector y la madre que es todo lo contrario, que les demuestra amor, pero a su manera. 
Nos quería, aunque la mayor parte del tiempo nos dejaba solas. No era tan charlatana como nuestro padre, y su amor se demostraba en forma de rápidas caricias, galletas y una suerte de interés distante, como una indulgente indiferencia. Vivía profundamente inmersa en el meollo de su vida, y esperaba que Eva y yo hiciéramos lo mismo. Aun así, parecía bastante satisfecha con el trabajo, el silencio y la familia que llenaban su vida.

Las dos hermanas deben permanecer unidas, y en realidad se adoran, pero discrepan, porque opinan distinto, porque son muy distintas y discuten y se pelean. Yo he empatizado más con Nell, la narradora, Eva, la mayor me ha parecido en muchas ocasiones muy egoísta y egocéntrica, aunque como personajes, se profundiza bastante en ambas, se nos permite conocerlas bien.

Y el final, es de esos que emocionan, que te dejan momentáneamente sin respiración, maravilloso e inesperado

Para resumir brevemente la obra, esta vez tomo prestadas las palabras que Jean Hegland. Nos dice sobre su libro: «En el corazón del bosque» es una historia sobre ese futuro que está cada vez más presente. No es una historia apocalíptica, ni siquiera una historia sobre el colapso, sino la historia de dos colapsonautas: dos mujeres jóvenes que atraviesan el derrumbe de la sociedad occidental y aprenden a vivir en una nueva realidad.
A veces me parece oír voces, ni bruscas ni cariñosas, sino con el tono propio de la lengua del bosque.

Mi nota es la máxima, me ha gustado mucho y os la recomiendo: