Un comentario que se postula al compás del "eructo" del día, del "ronquido" de la noche y el "grito apagado" de la madrugada, de una sociedad cada vez más despreocupada de sus responsabilidades, conformista con lo que sucede, amansada con casi todo lo mediático que recibe y supone comprender pero que no entiende nada. Un panorama muy soez cuando la ciudadanía emplea exabruptos que intentan ofender a quienes tienen el valor de ser diferentes, con dedicatorias de las que desconoce su definición, ni tan siquiera consultando el "wikipendia", lo que haría entender que vamos por la estrechez del camino de la ignorancia, menos rutilante de los que creímos en un siglo repleto de contradicciones, y pocas intenciones para asimilar la racionalidad del pensamiento común y básico.
es una opinión desgajada que aprovecha la oportunidad que le brinda el blog de
Nuestro "globo" común, que no contempla la cultura y el refinamiento del intelecto, como un medio para entenderse más y mejor en solucionar sus problemas, obtiene como resultado de la inoperancia por el saber antes de hacer, el anuncio de que podemos estar en manos de un sistema político maniático, estúpido, engreído y demasiado complicado por su falta de diplomacia, tolerante, itinerante con quienes cometen delitos, especialmente de abusos de cualquier signo, corrupción por obtener recaudación propia de arcas públicas, o por no sanear y prevenir los desastres naturales a los que pronto nos veremos abocados por un cambio climático que ya no espera ser reparado, lo que nos convierte en "babuinos" saltarines, alineados por dirigentes de la ambigüedad dictatorial de una democracia que no es tal si en ella juegan personajes de pacotilla y ningún carisma, a los que en un mayo del 68 serían un hazmerreír, de los eternos vitoreados, fracasados pero atrevidos, como Daniel Cohn-Ben
Se hace necesario fortalecerse de un sentido común crítico y más contundente, relevante, expresivo y perseverante, respaldado por la razón compartida y toda la "agresividad" pacífica, vehemente en la densidad del diálogo audible y transparente, en aras de conseguir convencer a ese oculto, reducido y paralelo , que limita con otros de su igual condición, que demandan más justicia y ser menos ciega en lo social, para que el reparto de la facultad de supervivencia deba ser más justo y equitativo, demostrándose que determinados bienes prescindibles han dejado de ser importantes y funcionales, incluso innecesarios y muy perjudiciales para la convivencia en este limbo compartido, si seguimos conformándonos con nuestra propia voluntad de saber lo que tenemos hoy y hemos perdido de antemano en el ayer más inmediato.
Vivimos y discurrimos la existencia entre madejas de itinerantes precauciones, mantras y mensajes en una botella, mesiánicos, mediáticos y megalíticos, que aluden a la bondad de la raza, a seguir manteniendo el orden mundial de la precariedad con la camisa de fuerza de la más absoluta necesidad, impuesta como defensa del ataque de las naves amorfas del misterio, que en cualquier instante pudieran aparecer en los confines de un desierto, seco y desaprovechado que siempre ha sido el espejismo de un falso edén, en el que existe una frontera con una muralla de acero y barro, a la que hemos llegado sin saber cómo escalarla para huir de las groseras influencias, muriéndonos poco a poco de una inanición mental exenta de interés por conocer de que fuente parte la cultura, la misma que hoy yace en el suelo húmedo, enmascarada en la impunidad de quienes supervisan nuestros movimientos, que nos paraliza por el caos que produce una supina culpabilidad y nuestro propio y advertido egocentrismo, impidiéndonos deslizarnos, en el caso de ser atrevidos, por la fisura que dejan unos materiales fortísimos de sinrazones y prejuicios, al ser mezclados y forjados por una experiencia y esfuerzo negativo no agotado todavía.. o sí, pero también muy frágil pudiera ser, si no intentamos convertirlos en un reto de fuerza y en una promesa de superación real y duradera, dando así el salto definitivo con la última pértiga escondida que habrá que buscar más allá, mucho más lejos de los paraísos que nos hemos fabricado artificialmente, en la subrealidad en la que lentamente nos hemos voluntariamente introducido.
Nada ni nadie puede prohibirnos cruzar a la otra parcela que esconde al destino, en la que puede existir otro camino del racional pensamiento puro y libre como el viento, que debe nuevamente sembrarse si todavía estamos a tiempo, y en el que sin duda pueden surgir peligros, perversiones y trampas, incluso una ciénaga de la que no podamos salir, pero que nunca nos debe de inhibir para seguir intentando serpentear y abrir paso para ver la luz de salida de nuestro propio laberinto.