Casi una gesta supone interpretar completo el primer libro de "El clave bien temperado", todo un universo condensado en veinticuatro preludios con sus correspondientes fugas en cada tonalidad de toda la escala cromática, profundidades para pianista y público iniciado, más aún para el de estas jornadas dedicadas a las 88 teclas que dejó muchas butacas vacías pese a la inmensidad del artista francés.
Con la edición Urtext (la naranja de toda la vida) adquirida el mismo día al olvidar la suya, sin anotación alguna, ayudado de "pasa hoja" atento a las indicaciones del pianista, normalmente en las fugas que ocupan varias páginas, también una vez iniciada siguiendo sus instrucciones, sin patrón aunque supongo que buscando la mayor unidad entre parejas (preludio y fuga, también en las tonalidades mayor y menor), con un breve descanso tras interpretar la mitad del libro, el estilo del artista de Lyon se caracterizó por la profundidad en cada una de las obras, independientes dentro de esa unidad y globalidad universal que algunos han llamado la biblia de los pianistas. El tocar con la partitura delante indica en este caso no inseguridad, que seguro la tiene más que asumida e interiorizada, sino el respeto a lo escrito y deseo de no dejarse nada en el tintero, refrescar siempre el complejo mundo que Bach dejó para la posteridad de la historia musical.