A pesar de algún que otro patinazo ocasional, François Ozon lleva tiempo consolidado como un valor seguro de buen cine. Sus propuestas entre estimulantes y perturbadoras han venido captando un interés que se ha ido acrecentando en los últimos tiempos con obras tan sobresalientes como la Concha de Oro de San Sebastián 2012, En la casa, o la sensación del Festival de Venecia de 2016, Franz, muestra inequívoca de que Ozon se mueve con soltura en diferentes géneros, estilos y registros. En Gracias a Dios se aventura en un thriller de investigación detectivesco/judicial, construido a partir de una muy cruda realidad, que viene bendecido por el Premio Especial del Jurado en el Festival de Berlín 2019 y el de interpretación masculina, para Melvil Poupaud, Denis Ménochet y Swann Arlaud, en el de Las Palmas de Gran Canaria.
El largometraje se articula a partir de tres historias que se inician en distintos puntos del metraje y que confluyen en un momento a partir del cuál discurrirán juntas. Cada una se toma su tiempo para desarrollar a sus personajes principales y las circunstancias que los rodean, con magníficos trabajos por parte del trío cabeza de cartel.
Un rótulo al inicio indica que nos encontramos ante una ficción basada en hechos reales, aunque los nombres de los eclesiásticos implicados no se han modificado. El título recrea una desafortunadísima frase del cardenal arzobispo de Lyon, Philippe Barbarin, en una rueda de prensa: gracias a Dios estos hechos han prescrito. La ambigüedad de la sentencia llevó a pensar que estaba expresando alivio por saber que el perpetrador de los mismos no podría ser juzgado. Bernard Preynat, a quien se refería Barbarin en su infausta alocución, pederasta acusado y culpable confeso, abusó de decenas de niños durante sus años como sacerdote en los Boy Scouts. Entre ellos se encontraban los tres protagonistas, que enfrentan, cada uno a su manera, esta situación ya en su vida adulta y después de haber formado sus núcleos familiares o de pareja.
Uno de los atractivos de la cinta reside en la confluencia de puntos de vista diferentes a la hora de afrontar los hechos, sus consecuencias y las acciones a tomar, así como la motivación de las mismas. Mientras uno de ellos lo hace desde su ateísmo y el total rechazo de la iglesia, otro lo enfoca desde dentro de la misma, a partir de sus creencias y con la intención de limpiarla de elementos tan nocivos y despreciables como los que le han arruinado la vida.
Esta ausencia de maniqueísmo conforma el principal valor de un filme que atrapa, golpea (duro, muy duro) y no deja respirar desde el minuto uno; igualmente imponente por lo que cuenta como por cómo lo cuenta. En palabras del personaje de Denis Ménochet, se puede definir éste como un relato en el nombre de las víctimas, de sus padres, de sus hijos, de sus fieles, de los sacerdotes inocentes salpicados, de los ciudadanos franceses, de los laicos, del clero y de la sociedad en general.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos
Copyright imágenes © Mandarin Films, FOZ, Mars Films, France 2 Cinéma, Scope Pictures, Playtime. Cortesía de Golem Distribución. Reservados todos los derechos.
Gracias a Dios
Dirección y guion: François Ozon
Intérpretes: Melvil Poupaud, Denis Ménochet, Swann Arlaud
Música: Evgueni y Sacha Galperine
Fotografía: Manuel Dacosse
Montaje: Laure Gardette
Duración: 137 min.
Francia, Bélgica, 2018
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