En el nombre del padre en paro

Publicado el 10 febrero 2009 por Crítica
Francisco Pascal, publicaba un articulo titulado "Lo peor no es el paro" en uno de los Blogs de El Mundo. En él se advertía que lo peor de la situación actual de paro era la caida de los cotizantes y el riesgo que eso supone para las arcas de la Seguridad Social.
El argumento es correcto desde el punto de vista contable, pero aquí se obvian los aspectos sociales de calado, que hacen que la actual, sea una crisis de modelo social más que una crisis económica.
Hay una serie de circustancias y antecendentes para que se haya agudizado esta crisis en España y no así en otros paises occidentales.
La causa más importante de esta crisis social, y la que quiero desarrollar, es la incorporación masiva de la mujer al trabajo.
Durante las dos últimas décadas se ha ido introduciendo a la mujer en el mercado laboral de forma masiva. Esta incorporación ha tenido un impulso político determinante, pero no es la única causa. Las otras causas són:
El creciente desprestigio social del papel de la mujer como madre y ama de casa, así como de los roles tradicionales del papel social de la mujer.
La satisfacción de compulsivas y falsas necesidades consumistas de la familia.
La destrucción de la confianza en el matrimonio y la familia.
El último de los motivos: la necesidad, es el que más mujeres está llevando al mercado laboral estos últimos años, debido a la incapacidad de las parejas jovenes de afontar los costes de la vivienda.
Precisamente la necesidad es los que ha llevado a la mujer a las servidumbres del trabajo durante cientos de años en España, porque, el trabajo femenino no es un invento de hoy, ni mucho menos.
Esta enorme fuerza de trabajo, que ha tenido las mismas oportunidades de formación que los hombres, ha entrado en el mercado laboral con menores sueldos, y por tanto, generalizando, son más baratas de incorporar y mantener en plantilla.
Por otro lado, ha dispuesto de más tiempo que el hombre para incorporarse al trabajo, ya que si estaba casada éste era desempeñado por el marido. Si vivía en casa de los padres, en general no tenía la misma exigencia paternal, o autoexigencia personal, para independizarse que los hijos varones. Esto ha permitido que aprovecharan sus oportunidades educativas durante más tiempo que los hombres. Uno de los resultados es que se ha podido preparar más oposiciones con lo que ha ocupado la mayoría de las inamovibles plazas funcionariales.
Estos son los antecedentes. Pero a costa de qué se ha realizado esta incorporación.
Lo primero es a costa de los sueldos de hombres y mujeres.
Esto es debido a que el mercado español es poco dinámico y competitivo. Es una ley natural del mercado que si pones, de golpe, a dos personas a hacer lo que antes hacía una la productividad no se dobla. En España ha pasado esto, y se puede verificar en el bajísimo incremento de los sueldos de hace 15 años para acá. El diferencial actual de sueldos con la CE (la Europa de los 10 del 82) es el de los últimos años sesenta y primeros setenta. Lo peor del caso, es que hoy en día, dos sueldos en una familia no mejoran las espectativas de vida que se tenían con el sueldo único del marido de hace 10 o 15 años.
En otros paises más competitivos, la moderna incorporación del la mujer al mercado laboral se ha asimilado mucho mejor y se ha conseguido que sea más productiva. Principalmente, porque su incorporación viene de más atrás (SGM), y porque no ha habido presiones ideológicas tan fuertes sobre la mujer, lo que ha permitido que los mercados se dimensionen adecuadamente.
Lo segundo es que se ha hecho a costa de la natalidad.
España es uno de los paises del mundo con más baja natalidad. Esta situación es un suicidio social incuestionable, ya que no hay un relevo generacional que pueda sustentar a una población con un ritmo de envejecimiento altísmo.
La solución política ha sido incentivar la inmigración. Aquí se dan tres problemas: el primero es que se añade más presión a un mercado ineficaz y saturado de trabajadores. El segundo problema es que la cualificación general de los inmigrantes que se han incorporado es muy baja (la verdadera, no la declarada), por lo que solo pueden aspirar a ser mano de obra barata, que se han empleado en actividades de poca cualificación. Otros paises como EEUU, Alemania y GB han recibido inmigración muchísmo más cualificada. De hecho, los españoles volvemos a ser un país de emigrantes, pero a diferecnia de lo que ocurría hace 40 años, esta vez, la cualificación de los emigrantes españoles es muy alta. El tercer problema es que, en el momento de que las nuevas generaciones procedentes de la inmigración tengan que hacerse cargo de las enormes cargas tributarias que nos esperan por el envejecimiento de la población, no opten por volver a emigrar, ya que estar en España no les rentará, o simplemente negarse a hacerlo con la fuerza de sus votos.
La cuestión es: ¿inflar la natalidad española artificiosamente es la solución? Obivamente no; debido el altísmo coste social (en euros) de una inmigración poco productiva y que disfruta de los mismos servicios públicos y sociales que el resto. Para colmo las reagrupaciones se hacen por abajo (los hijos), pero también por arriba (los padres) con lo que la pirámide mantiene su tendencia. Pero es que además, es muy probable un escenario en el que se niegen a aceptar la responsabilidad social del relevo.
Por último la incorporación de la mujer se ha hecho a costa de la educación de los hijos.
Hoy no hace falta irse muy lejos para descubrir a una juventud con enormes carencias producto de que sus padres trabajan y no pueden atender a sus necesidades afectivas, educativas y de formación en valores.
Una generación entera se ha visto relegada a un segundo puesto en la familia porque el primero es el trabajo de sus padres. Esa generación no va a actuar mejor con sus progenitores cuando le toque el turno, y lo más probable es que tampoco lo haga con sus hijos.
Por otro lado, la educación pública es un nivel de exigencia educativa y ética bajísima (y empeorando), con lo que las nuevas generaciones, las que incorporen en el mercado laboral a partir de los próximos 5 años, no van a cumplir con las condiciones requeridas de cualificación, ni de productividad, y, por tanto, no van a poder sacar por sí mismas la economía española adelante.
Conclusión:
Este es el resultado del panorama actual y un esbozo del futuro que nos espera con las políticas progresistas, y el seguidismo que ha hecho la derecha de ellas.
Las únicas líneas que permitirían enderezar este desastre nacional de proporciones apocalípticas es actuar en tres frentes:
Primero: abolir las nefastas políticas de Igualdad de genero. Dignifcar la división de roles sociales. Incentivar el retorno paulatino y voluntario de la mujer al Hogar.

Segundo: luchar contra la inmigración ilegal mediante políticas activas de expulsión y otras que aseguren la discriminación legal de los extranjeros. Restringir legalmente las políticas de inserción de todas las administraciones. Sería una injusticia pedir a las mujeres un esfuerzo, para que al final sea aprovechado; no por sus padres, sus maridos y sus hijos, sino por trabajadores extranjeros.
Tercero: desterrar la educación basura. Aplicar una educación basada en el rigor, la exigencia y el mérito. Unificar la enseñanza básica: una sóla e igual para todos los niños españoles. Reformar la Universidad hasta los cimientos: desterrar la endogamia, el clientelismo político y privatizar todas las carreras que no sean estrategicas para el Estado, como las que aseguren un número de médicos, ingenieros, jueces, mandos militares, etc..
O se avanza en estas políticas ahora, o el tiempo nos hará enfrentarnos otras muchísimo más crudas.