Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en http://www.ciberanika.com/
Ediciones B, Abril 2011
Género: Novela
752 páginas
Inglaterra, 1852. Dos mujeres emprenden un viaje hacia Nueva Zelanda para contraer matrimonio con unos hombres a los que no conocen. Helen es una institutriz y ha respondido a la petición de un granjero, y Gwyneira, de origen noble, viaja con su futuro suegro, un barón de la lana, para desposar a su hijo.
Ambas se conocerán durante la larga travesía y entablarán una amistad que perdurará una vez lleguen a su destino, a pesar de la enemistad y el odio que existe entre las dos familias que van a acogerlas.
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La fascinación de Sarah Lark por Nueva Zelanda proviene de sus años trabajando como guía turística. Ahora, esa fascinación le ha llevado a escribir una novela ambientada en esos paisajes de ensueño y el resultado se ha convertido en un gran éxito de ventas en Alemania. Con más de un millón de ejemplares vendidos, esta espectacular saga llega a nuestro país de la mano de Ediciones B.
La colonización de Australia y Nueva Zelanda se efectuó de forma diferente. La primera fue poblada por los desechos de la sociedad británica: prostitutas, ladrones, mendigos y todo tipo de delincuentes. Nueva Zelanda, sin embargo, fue colonizada por ciudadanos con ganas de hacer fortuna. La caza de ballenas y focas, la ganadería o la búsqueda de oro fueron las grandes oportunidades para todos aquellos que se arriesgaron a un viaje largo y no exento de peligros hacia una tierra desconocida y misteriosa. Aquella tierra, con una población indígena compuesta por maoríes, era pacífica e inmensa.
La acción de la novela se inicia a mediados del siglo XIX, en Inglaterra, cuando dos mujeres de muy distinto origen deciden viajar hasta Nueva Zelanda con un mismo objetivo: contraer matrimonio. Una de ellas, una institutriz, deberá hacerse cargo de seis huérfanas cuyo destino es entrar al servicio de algunas de las familias que habitan en la isla. La segunda, de origen noble y cuya familia se dedica a la cría de ovejas, contraerá matrimonio con el hijo de un barón de la lana neozelandés. Para ambas es una oportunidad única de mejorar su futuro, aunque luego nada resulte tan fascinante como habían imaginado.
Nueva Zelanda estaba escasamente poblada, y la escasez de mujeres era un problema. Para solventarlo y con ello aumentar el número de habitantes, se organizaron lo que podríamos denominar “caravanas de mujeres”. Jóvenes educadas y honradas fueron enviadas allí para contraer matrimonio con los colonos, una práctica que no fue exclusiva de aquella isla.
Tras un largo y azaroso viaje, las dos protagonistas llegan por fin a su destino y se enfrentan a una realidad que dista mucho de sus expectativas. Los núcleos urbanos son pequeños y de difícil acceso desde el puerto, las comunicaciones son lentas y laboriosas, y las distancias enormes. Ambas deberán afrontar su nuevo destino con la mayor entereza posible y en el caso de Helen, la institutriz, resulta aún más duro. Su vida en Londres, alejada de cualquier trabajo manual, dista mucho de su nueva existencia, en la que deberá cocinar, ordeñar, cuidar del ganado, limpiar y realizar cualquier tarea en el hogar o en el campo. La adaptación es dura, casi cruel, y el lector no puede sino compadecerse de las mujeres que, como ella, se convirtieron sin remedio en mulas de carga para unos maridos que lo único que deseaban era una descendencia numerosa que los ayudara con el ganado.
En esta novela las protagonistas son las mujeres, Helen y Gwyneira en primer lugar, pero también las seis niñas huérfanas que llegan con ellas y a las que no llegaremos a perder de vista. Sus vidas quedan estrechamente unidas por los lazos de la amistad y la vecindad, pero también por el profundo odio que se profesan las dos familias en las que han entrado a formar parte. Esa circunstancia va a ser esencial en algunos momentos de la novela, y va a marcar la trayectoria de algunos de sus personajes, especialmente en la segunda mitad del libro.
Sarah Lark ha realizado un excelente trabajo de documentación, que se refleja en la cría del ganado, en las relaciones con los indígenas, en las costumbres de los colonos, en la forma de vida casi fronteriza de los asentamientos y en la descripción de aquellos enormes paisajes abiertos, de un verde esmeralda que parece sobresalir de sus páginas.
A pesar de su extensión – 750 páginas – la trama consigue engancharnos desde el inicio y mantenernos expectantes pegados a ella. Los personajes tienen carisma, la ambientación es excelente, las subtramas son intrigantes y la tensión dramática equilibrada. Historias de amor y celos, de amistad y traición, de lucha y rebeldía… todo tiene cabida en esta saga que, al parecer, tiene prevista otras dos entregas en el futuro.
Con esta espectacular novela, Sarah Lark nos invita a un fascinante viaje hacia una tierra desconocida y cautivadora.