Que la grave crisis que padece el PSOE es algo que no se arregla tan fácilmente en tan sólo dos meses ya no lo pone en duda casi nadie entre las filas socialistas. Algunos incluso están convencidos de que hubiese sido mejor dejar pasar las elecciones andaluzas para después intentar resolverlo con mucha más calma y, probablemente, tino. De paso no se le hubiese telegrafiado la coartada a Rajoy, que se habría visto obligado a improvisar una estrategia. Ahora le viene de cajón utilizar su recurso de cabecera: esperar a que el fruto caiga por su propia madurez.
Pero hete aquí que a alguien se le ocurrió la idea de convocar un congreso a tan sólo tres meses de la mayor debacle electoral de la historia de la democracia y justo un mes antes de las elecciones en las que el partido se juega el último reducto de poder que le queda prácticamente en todo el país. Las cuchilladas prometen ser históricas.
A estas alturas de la película el personal ya ha empezado a despellejarse y además en público, como viene siendo habitual. El espectáculo está más que garantizado. Y en Andalucía, donde tanto se juega el PSOE en la próxima primavera, no iba a ser menos. A medida que se acerca el cónclave se van produciendo declaraciones a favor de uno de los probables candidatos y la correspondientes reacciones tratando de amortiguarlas.
Ha sido Mar Moreno, la consejera de Presidencia y portavoz de la Junta, la que ha roto el hielo declarando que “vienen bien los vientos de cambio en el PSOE” y que “los corazones no siempre firman” en clara alusión a la ausencia de su rúbrica en el manifiesto “Mucho PSOE por hacer”, que todos interpretan como el lanzamiento de la candidatura de Carmen Chacón a la secretaría general del partido.
La maniobra no ha gustado demasiado a la dirección de los socialistas andaluces. Grinán se juega demasiado en el envite. El Presidente pretende apostar a caballo ganador, no se ha inclinado ni hacia la catalana ni hacia Rubalcaba, aunque los guiños a ambos no han cesado de proliferarse. Y ni siquiera sus más allegados saben todavía cuál es su posición. Lo mismo porque no tiene ninguna. Griñán se deja querer.
Su estrategia seguramente pasa por ponerse a disposición inmediata del vencedor, sea Chacón, Jáuregui o Rubalcaba, y colocar a Susana Díaz, secretaria de organización del PSOE-A, como su número dos allá en Madrid.Una jugada que consumaría el vertiginoso ascenso en el organigrama del partido de la sevillana.
Con este panorama, la batalla está casi garantizada. Y lo que es peor, es una guerra sobre nombres, más que sobre ideas y sobre el modelo de partido, como demandan por ahí unas bases desesperadas a las que nadie tiene en cuenta y que están tratando de organizarse para que se les escuche. El debate de las ideas tienen toda la pinta que deberá seguir a la espera.
Declarada abierta la veda de la vendetta, el cónclave corre el peligro de acabar en esperpento. Eso sí, la alta dosis de derramamiento de sangre parece estar garantizada, dada la cantidad de ajustes de cuentas atrasados de los que se pueden pasar factura llegado el momento.