Se supone que cumplir 30 es importante, ¿no? Pues yo no me siento importante. Y no lo digo con lástima, sino al revés, con alivio. Cada vez que noto que una fecha es importante me acabo poniendo tan nerviosa y empeñándome tanto en que sea perfecto que lo acabo pasando mal. Y mira, esta vez no ha sido así. Con deciros que el día antes casi no me acordaba de que iba a ser mi cumpleaños...
Supongo que es la madurez.
Ayer fue un día fantástico. Creo que es porque realmente no esperaba nada por primera vez en mi vida, por lo que cada cosa buena que llegó fue preciosa e inesperada. Ojalá el resto de mis cumpleaños fueran siempre así.
A decir verdad fue agridulce. Por un lado, era mi cumpleaños y comenzaban mis vacaciones (las cuales voy a disfrutar por vez primera desde hace unos cuantos años); por otro lado, era mi último día en el colegio. La alegría y las celebraciones se daban la mano con la tristeza y la certeza de que voy a echar muchas cosas de menos. Precisamente por esto, los profes tuvimos un día lleno de comidas, baile, risas y abrazos. Fue muy especial.
Se termina mi primera experiencia como maestra. Soy consciente de que he tenido muchísima suerte y no doy nada por sentado. Estoy cruzando los dedos para volver a estar con niños el próximo curso y deseo de corazón que no tenga que irme tras unos meses aprendiendo a quererles. Tengo en mente escribir un post sobre el tema en el que volcar todos mis pensamientos y que sirva como referencia a aquellos que no sepan si la docencia es para ellos.
Si hubo algo que me repitieron mucho ayer fue que entro en una década preciosa. Sé que los 30 asustan porque eso es lo que la sociedad nos ha metido en la cabeza: que mejor es la juventud y que perdemos valor cuando envejecemos. Pero yo creo que los 30 van a ser mejores que los 20.
Los 20 han sido muy agitados. Ha sido una etapa de incertidumbre, de descubrimiento personal, de sucesivas crisis, de encuentros y pérdidas, de turbulencias...
La etapa en la que me enamoré por primera vez, en la que descubrí qué quiero y que no quiero en una relación, en la que me rompieron el corazón varias veces y en la que encontré a la persona con la que quiera estar. La etapa en la que me preparé para un futuro que no era para mí, en la que lloré por mis errores, en la que me sentí perdida y en la que luego me encontré y cambié el rumbo de mi carrera. La etapa en la que asenté mis amistades de toda la vida, en la que conocí a muchas personas y me di cuenta de que algunas solo eran temporales. La etapa en la que creé este blog que ha significado tanto en mi vida y que muchas veces es lo único que me mantiene cuerda.
Lo he intentado pero no se puede resumir los 20 en un solo párrafo. Todo lo demás, con sus altos y sus bajos, me lo quedo para mí.
No sé qué me deparan los 30, pero sí sé qué desearía que sucediera en esta nueva década de mi vida adulta. Me gustaría estabilizarme en lo laboral, formar una familia, tener un nidito con jardín donde plantar mis hortensias... Si la década de los 20 ha sido como una carrera por un camino empedrado lleno de baches, los 30 deberían dejar paso a una carretera asfaltada en la que transitar tranquila. Pero de momento son solo deseos.
Puede que no haya cumplido los 30 en el lugar exacto en el que me gustaría estar y que haya muuuucho margen de mejoría, pero puedo afirmar que soy feliz. He cumplido estos números rodeada de las personas que quiero, con muchos mensajes de cariño y plenamente consciente de lo afortunada que soy. Y viendo el panorama, eso es con lo que me quedo, y no es poco. Muchas gracias a todos los que habéis estado y a los que os habría gustado estar. Os quiero un montón.