En el rock también hay milagros. Sixto Rodríguez (Cold Fact)

Por Pabloadan

En el rock hay pecados, muchos pecados. Pero también hay milagros, y uno de esos es el que gira en torno a este músico.

Tiempo atrás revisamos la vida de Robert Johnson, ese guitarrista de blues que vendió su alma al diablo para ser uno de los mejores, pero luego el diablo llegó para cobrarse la vida prometida e inaugurar con él el maldito Club de los 27.

Hoy la vida tiene una vida dura pero un final feliz.

Rodríguez fue un compositor y cantante nacido en Michigan de padres mexicanos. Le pusieron de nombre Sixto porque era el sexto de los hermanos, nacidos entre la pobreza y la marginalidad de los años 40.

En 1967 publicó su primer sencillo bajo el nombre de Rod, buscando tal vez ser el nuevo Dylan. Sixto componía las letras de sus propias canciones, algo poco habitual en la época. Unas letras que describían la dura realidad que le rodeaba.

Llegó a grabar dos álbumes, uno de ellos Cold Fact en 1970, pero debido las pocas ventas (dicen que solo vendió 6 discos) y la crisis de su discográfica Sussex, que le dio toda su confianza, terminó renunciando a su carrera, asumiendo el fracaso y falta de posibilidades de supervivencia como músico.

Fracaso y fuga de su música.

Pero mientras se buscaba la vida en diferentes trabajos en la construcción su música llegó a un pequeño distribuidor que, en los años 70, asumiendo la falta de identidad del compositor y cantante y la ausencia de propietaria de derechos, dejó que algunos ejemplares del disco entrasen en un extraño circuito de ventas fuera de control en países como Sudáfrica, Rhodesia (hoy Zimbabue), Nueva Zelanda y Australia

Extrañamente se agotaron las copias, mientras Sixto, que vivía ajeno a toda esta comercialización, se convertía misteriosamente en un músico de culto en Australia y Sudáfrica.

Entretanto corrían diferentes leyendas que hablaban de su muerte, su suicidio, su adicción a las drogas y toda serie de invenciones, al tiempo que Rodríguez luchaba por sacar a su familia adelante en la ciudad de Detroit.

Y la leyenda del cantautor se iba haciendo grande y encontró un caldo de cultivo casual. Toda revolución necesita una banda sonora, y el movimiento anti apartheid encontró en el disco Cold Fact su referencia musical, llegando a vender hasta medio millón de discos sólo en el país sudafricano, sirviendo de inspiración a una generación rock y folk que luchaba contra la discriminación racial.

Sixto parecía no existir, nadie encontraba información acerca de él. Su búsqueda se abandonó hasta que un detective dio con él buscando claves entre sus letras (Inner city blues). Y fue a buscarlo, y le contó lo que estaba ocurriendo, y nadie se lo podía creer.

En 1998 le convenció para que viajara al país y le organizó una gira, de la que se editó un documental que se emitió en televisión llamado Dead Men Don't Tour: Rodríguez in South África.

La gira fue un éxito arrollador y Sixto, asombrado y noqueado por la impresionante experiencia, vivió sus momentos de gloria entre fans, cámaras de foto, limusinas y la adoración de un país entero que descubrió que su gran leyenda estaba viva. Casi 30 años después de su primer disco.

Tras aparecer sus temas en películas y documentales, y ser versionadas por artistas de diferentes corrientes musicales, en 2012 se estrenó un documental sobre el cantante, titulado Searching for Sugar Man, ganador del Premio Óscar.

Es difícil saber qué ingredientes hay detrás del éxito, y que mágicos acordes eligieron a Sixto Rodríguez para los altares de la gloria.

Desde luego no hay artista que espere su gloria cuando ha tenido que renunciar a su arte, y a su sueño. Pero así es la vida a veces.

Una fórmula equilibrada de sonidos, acordes, letras, identidad. Un espíritu errante, sensible, casi perdido... tal vez entre sus espejismos. Una día, un momento, un contexto... y la magia del rock.