No es difícil ver anuncios de puestos de trabajo en los que se exigen determinados niveles de estudios, títulos, hablar inglés y conocimientos informáticos para conseguir puestos de secretaria, conserje o camarero, pero, de manera absurda e inexplicable, las leyes no exigen a los políticos nada, ni siquiera que no sean analfabetos o que tengan solvencia moral.
La regeneración en España, ansiada cada día con mas fuerza por millones de ciudadanos cansados de que ladrones y estúpidos les gobiernen, debe comenzar por exigir a los políticos títulos, valores, conocimientos y experiencia moral y profesional para evitar que auténticos delincuentes sin preparación lleguen a ser representantes, alcaldes, concejales y hasta altos cargos del Estado.
En la práctica, según ha demostrado la historia reciente, gente sin la mínima solvencia ética y profesional han alcanzado en España cotas de poder que representan un riesgo enorme para el país, por culpa de un sistema político al que llaman democracia sin ser otra cosa que un dictadura de partidos encubierta y sin controles suficientes, en la que cualquier mequetrefe puede ser encumbrado hasta la cúspide con solo contar con el apoyo de un partido político.