Antecedentes sudamericanos
Pero el corralito no fue la única congelación de depósitos de la historia reciente latinoamericana. Antes de la conocida experiencia que duró un año, Argentina congeló depósitos a plazo en 1989, depósitos que devolvió en bonos cuyo vencimiento era en 1999. Esos títulos cotizaban en un principio a un tercio del valor original de los ahorros. Las pérdidas de aquella crisis bancaria ascendieron al 13% del PIB argentino de entonces, y una devolución, mientras que la crisis del año 2001, costó el 71% de su PIB. A su vez, Brasil inmovilizó los depósitos a plazo en cuentas, durante 29 meses en el año 1990, luego de una fuerte depreciación de su moneda, que supuso unas pérdidas del 62% de su PIB. Ecuador hizo lo propio en 1999, y, después de medio año de congelación, el Gobierno de Mahuad, entregó a los ahorradores, certificados de depósitos con fuertes pérdidas para los mismos, suponiendo una devaluación acompañada de una suspensión de pagos para el país, con una pérdida del 25% del PIB. También Uruguay fue contagiado por la debacle argentina, y en 2002, congeló los dólares a plazo en la banca pública durante 36 meses y devaluó su moneda. Tales acciones provocaron una pérdida del 27% de su PIB.
El caso de Chipre
Más allá del cierre de los bancos (se anuncia una apertura para el próximo 28 de marzo), el caso de Chipre es distinto a los comentados anteriormente. Se podría considerar como un “impuesto especial” aplicable a ciertos montos de depósitos, aunque rompe un axioma de seguridad para los ahorradores, hasta ahora vigente en la UE. La quita que se baraja para las imposiciones de más de 100.000€, es de un 40%, si bien el porcentaje definitivo no se ha decidido aún. Los controles de capital, que impiden que la gente saque sus fondos del país, entran en conflicto con los principios de la Unión Europea de un mercado común, con lo que nos encontramos con un caso de difícil explicación.
El “corralito” en España
Tal y como indica el título de esta entrada, en España, SÍ hay corralito. ¿Cómo denominaríamos entonces a la “estafa de las preferentes”? Pero, ¿qué son las famosas participaciones preferentes? Podríamos definirlas como un producto financiero complejo, a caballo entre las acciones y los depósitos, sin vencimiento definido (son de carácter perpetuo), de alto riesgo (no se encuentran cubiertas por el Fondo de garantía de los Depósitos), con alta rentabilidad, mínima liquidez y expuestas a la arbitrariedad de la entidad financiera para el pago del cupón correspondiente. Como verán, se trata de algo “muy común”, vendida a “expertos inversores” (¿Se acuerdan de la persona analfabeta que firmó con su huella dactilar?) a la que –sobre todos- los jubilados se lanzaron como locos, una vez sabida su existencia (Modo irónico). La realidad, es que todos aquellos “incautos” que confiaron en los gestores de la Cajas, esos por los que ponían la mano en el fuego, van a ver sus ahorros tirados en las cloacas de la banca. Van a perder entre el 38 y el 61% de su inversión. Y aún las autoridades competentes, dicen que el canje (se les ofrece cambiarlas por acciones de las entidades nacionalizadas) es favorable. ¿Y si necesitan el dinero invertido? El caso es que la inversión en preferentes en España, supera la catástrofe chipriota. Lo peor, es que los responsables se van a “ir de rositas” y con sus carteras bien llenas, con la connivencia de los políticos de turno. ¡Spain is different! Después de todo lo leído, ¿no cree usted que en España hay un corralito?