Solo han pasado pocas horas desde que me entere que una maestra de mi primaria fue tomada por nuestro Señor, su nombre era Raíza Torrealba, ilustre mujer que con su pelo cortito de tonos rojos y marrones transmitía por doquier, la firmeza y franqueza de su personalidad. Tan solo era un chicuelo cuando la vi por primera vez, y desde ese momento sin darme cuenta todo mi ser se congelo tan solo al ver su caminar y geometría de sus gestos; sin duda en mis primeras etapas de educación tuve profesoras emblemáticas, cada una a su modo supo robar mi corazón y admiración cuando fui su alumno.En mi mente están los recuerdos de mi encantadora profesora de kínder llamada katiuska, que con su amor y dedicación me hacia sentir el niño mas especial del salón, también como podría olvidar a mi maestra Belinda que nos dedicaba a todos la misma cantidad de tiempo, y por ese inmenso amor hacia nosotros lloramos por su retiro de la institución en pleno segundo grado. Igual que Belinda, otra maravillosa profesora fue Daisa que con sus rulos dorados nos pintaba unas matemáticas llena de colores y nos empujaba para que adoráramos estudiar y estudiar con el único fin de sacar notas altas, tan solo con eso ella se alegraba y se motivaba para darnos los sellitos de las calificaciones que tanto nos hipnotizaban…Así transcurrió mi primaria hasta que justo un año antes de dar el gran salto a bachillerato apareció en mi vida la causante de mi melancolía y ganas de escribir estas prosas. En sexto, con mayor grado de conciencia y poder de recuerdo, puedo reencarnar los momentos cuando nos tocaba exponer semana tras semana o también los complicados exámenes que nuestra querida Raiza los preparaba con mucho esmero; creo que a partir de allí yo perfeccione una de las mejores facetas de mi, el dar una de las mejores exposiciones del salón, era una de las cosas que esta profesora hizo que disfrutara mas, me enseño el poder de las palabras, el poder de la seriedad y el poder de la dedicación, gracias a eso y a sus consejos, años después logre despertar asombro e incredulidad de profesores. Gracias por todas esas enseñanzas y anécdotas que gracias a ti viví. Durante tu funeral cada una de esas vivencias y experiencias iban y venían en mi mente, como si fuera una sucesión de escenas, vi con ojos de tristeza tu urna y a los alumnos que te rodeaban en tu lugar de descanso.
Esta solo es una pequeña historia de cariño y amistad hacia ti que transcenderá lo terrenal y que se suma a las muchas otras que tus alumnos tenemos.Paz a tu alma mi querida profesora, que dios te bendiga en la comodidad y calidez del cielo…Hasta luego profesora.