Después de la aventura en HUCHUY QOSQO había que continuar el viaje. Esta vez la brújula apuntó hacia el sur; el gran lago Titicaca (uno de mis lugares preferidos en el Perú, de lejos) esperaba por mí. Así que puse la mochila a la espalda y me fui a la terminal de buses del Cuzco para continuar el viaje.
La ruta de Cuzco a Puno es una cadena de pueblos al cual más interesante. Hace un tiempoescribí sobre este trayecto y los muchos tesoros escondidos que algunas de las villas de esta zona esconden: desde iglesias coloniales con murales fantásticos hasta palacios incas de altísimas paredes. El punto más alto de esta vía es el Abra La Raya donde hay unas vistas de los nevados que son un desvarío. Desde este punto el bus se abre paso en el interminable y monótono altiplano hasta que muchas horas después aparecen unos barrios llenos de casas con paredes sin revoque que parecen cataratas de cemento que caen en picada hasta las orillas del infinito Titicaca: hemos llegado a Puno.
Abra la Raya, punto más alto del camino de Cuzco a Puno
En la estación me esperaban Demetria y Carlos, amables compañeros de trabajo encargados en Puno de la sucursal de EXPLORANDES, empresa para la que entonces trabajaba, y me llevaron al IMPERIAL HOSTAL donde habían reservado una habitación para mí. Luego de comer caminé un poco por esta ciudad para recordar lo feliz que fui durante la FIESTA DE LA CANDELARIA. A la mañana siguiente no podía más de la emoción. Sentí una vez más esa ilusión que experimentaba de niño cuando llegaba el día en que íbamos a viajar a algún sitio con mi madre. A las 06 y 45 a.m. Carlos me recogió y me llevó al puerto de Puno donde esperamos al grupo de turistas de EXPLORANDES a quienes me uniría para cruzar en kayak una parte de ese país de agua llamado TITICACA. Allí conocí a ROGER, quien sería el guía. Por fin, pasadas las ocho de la mañana nuestra lancha dejaba Puno y se adentraba en el lago mientras que en medio del celeste infinito del cielo serrano se veía al sol como una antorcha y alrededor de su llama salió un arco iris redondo que parecía tenerlo prisionero.
Arco iris alrededor del sol
Llegamos a las 09 y 20 a.m. al pequeño puerto de LLACHON, que es una comunidad que se encuentra casi en el extremo de la península de CAPACHICA. Allí nos recibió Valentín Quispe hombre humilde y amable que mira y habla con esa sencillez y esa tranquilidad de quien se acompaña cada día, cada hora, de la paz que rumorea en las orillas de lago. Es bueno saber que el dueño de esos gestos suaves es uno de los protagonistas de una de las mejores iniciativas del turismo peruano. En 1996 la comunidad en pleno decidió crear un PROYECTO DE TURISMO RURAL SOSTENIBLE y así atraer a los turistas a quienes veían irse a las islas del lago. Al principio era muy poco lo que recibían y Valentín tuvo que ir de agencia en agencia ofreciendo los servicios de su comunidad hasta que la empresa EXPLORANDES decidió trabajar con ellos y les proveyó de una buena cantidad de KAYAKS y de esta mutua asociación nació una de las mejores experiencias viajeras del Perú: TITI KAYAK.
Acercándonos a LLachón
Pequeño embarcadero de LLachón
Mientras el grupo de turistas hacían ejercicios de estiramiento y recibían las indicaciones de Roger, Valetín me llevó a la cima de la colina para a conocer la casa donde vive y hospeda a los turistas. El patio tiene como entrada una de esos clásicos arcos puneños que no son sostenidos por nada y que enmarcan una vista de belleza descomunal: el Titicaca como un líquido universo azul que acaricia aquello que está más allá de nuestra mirada. Los cuartos son muy limpios y han sido hechos con adobe y paja.
Casa de Valentín Quispe en Llachón
Casa de Valentín Quispe en Llachón
Vista del Lago desde la casa de Valentín Quispe en Llachón
Bajé a la playa y me puse la indumentaria que se debe usar para navegar en kayak. Los comuneros de Llachón nos dieron unas bolsas con agua y algunos "snacks" y cuidaban que todo estuviera en perfecto estado. Los kayaks, que han sido traídos de Canadá, son muy estables y seguros y tienen asientos acolchados y un timón trasero a pedales. Tomé mi remo y me metí en uno de ellos con Roger, mientras que dentro de mí todo era emoción. La meta: remar hasta alcanzar la isla de Amantaní, ubicada al nor este, detrás de la península de CAPACHICA. Valentín nos dio el empujón necesario y allí nos fuimos... eran las 10 y 30 am. Al principio me costó tener coordinación en mis brazos para remar como debería pero poco a poco aprendí el secreto.
Explicaciones antes de meternos en el lago
Y ahí nos vamos...!
Frente a nosotros, al sur este, estaba la isla de TAQUILE que sería nuestro destino pero al día siguiente. Por la izquierda teníamos a toda la península de Capachica como una inmensa pared que nos cubría de los fuertes vientos que venían del nor este. Dos lanchas a motor nos seguían a prudente distancia por si hubiera una emergencia.Puedo decir que no hay experiencia parecida a esta. He recorrido el lago muchas veces pero nada se compara al hecho de cruzarlo con tu propio esfuerzo. Sentir el susurro del agua alborotada, ver el salto enloquecido de algunos peces sobre la superficie del lago, estar a la misma altura de este gran universo acuático es algo impagable. Llegamos al final de la península y antes de bordear la punta Roger nos pidió a todos juntarnos ya que íbamos a entrar a lago abierto y al no tener ya más la protección de la península el aire podía voltear los kayaks. Y sí que era cierto. El viento empezó a soplar tan fuerte que parecía que nos gritara al oído; azotaba con fuerza y las olas aumentaron su tamaño haciendo que nuestras kayaks saltaran y reventaran en la superficie del agua.
Surcando el Titicaca en Kayak
Cruzamos el lago haciendo empleo de todas nuestras fuerzas y mirando a lo lejos las tierras rojizas de la isla de Amataní adonde nos íbamos acercando. Teníamos que llegar a Occosuyo (parte este de la isla) para dejar allí a los pasajeros pero algunos de ellos acusaron cansancio por lo se decidió desembarcar en la primera playa que encontráramos y desde allí una de las lanchas de apoyo los llevaría a su destino. A Roger y a mí la lancha más vieja nos conduciría a Amantaní pueblo (al otro extremo de la isla) donde dormiríamos. Después de 2 horas y media de remar pisamos tierra firme, no sin algo de pena por acabar la aventura. Me despedí del grupo y con Roger y don Alejandro (el "capitán") subimos los kayaks a la lancha vieja y navegamos hacia Amantaní pueblo mientras nos tomábamos un té de coca muy caliente para espantar el frío.
Acercándonos a la isla de Amantaní
Marinero en tierra. Isla de Amantaní
Un poquito de té de coca para calentarse
Pero luego de unos minutos, de súbito, la lancha se detuvo. Era un problema con el motor al que no lograban hacer arrancar. Después de una hora de vanos intentos el viento empezó a soplar más y más y con tal fuerza que alejó nuestra lancha de la costa y la iba metiendo de vuelta en el lago. Llamamos por móvil para pedir ayuda y sin señal no había nada; vimos si había una lancha cerca para levantar la bandera de auxilio y nada; seguíamos intentando con la máquina y nada. "Oh, ¿y ahora quién podrá defendernos?" y el Chapulín colorado... nada... Roger y yo nos miramos y entendí el mensaje: la aventura debía continuar. Debíamos ir a pedir ayuda a la isla de Amantaní de la que cada vez más nuestra lancha se alejaba. Nos vestimos a lo loco, lanzamos un kayak al lago y nos tiramos sobre él... y a remar joven. Roger me dijo que a esas horas (más de las 2 pm) estaba prohibido navegar porque las aguas del lago están más movidas y el viento sopla con mucha más fuerza; para complicar las cosas no teníamos una lancha de apoyo que nos rescatara por si nos pasara algo y... pequeño detalle: yo no sé nadar. ¿Les dije que el lago en ciertas partes tiene 250 metros de profundidad? Era eso o seguir a la deriva. Y allí estábamos, remando sin descanso. Si horas antes el aire me había parecido espantoso pues ahora era peor y las olas hacían que el kayak pareciera una ramita rebotando sobre la piel movediza del Titicaca.
Comuneros de Amantaní construyendo un embarcadero
Empapados y temblando de frío nos fuimos a la lancha y nos cambiamos las ropas. Ya estábamos en tierra, en uno de los lugares más bellos del Perú: la isla de Amantaní…. Continuará
Pablo
DATOS UTILES
- De Cuzco a Puno tomé un bus de Cruz del Sur. TKT: 33 soles; se pueden conseguir más baratos (20 a 25 soles) pero hacen muchas paradas en la ruta por lo que toma más tiempo en llegar a Puno. Yo llegué en 5 horas y 45 minutos. Ir en bus con paradas lleva poco más de 7 horas. Salida: 08 y 30 a.m. Llegada a Puno 2 pm
- IMPERIAL HOSTAL (Teodoro Valcàrcel 145, 051-352386,imperial_hostal_puno@yahoo.com, Puno), cuarto simple de dos camas: 35 soles, agua caliente, lindas habitaciones y desayuno incluido. Recomendado. Ubicado cerca al "Parque el Pino" que es el 2do mas importante de Puno.
- Si hay ganas de conseguirse algo para comer recomiendo la CALLE LIMA, que es la única peatonal y la más conocida de Puno. Allí hay muchos restaurantes de comida internacional, es decir Pizzas y son algo caras. Felizmente encontré el DON PIERO RESTAURANT (Cuadra 3 del Jirón Lima) a 7 soles el menú. Bastante recomendable y con balconcitos sobre la calle.
- Correo del señor Valetín Quispe: llachon@yahoo.com
BIBLIOGRAFIA
"Sonriéndole al futuro" - Guilleramo Reaño. Monografía de este periodista y viajero al que admiro mucho y que nos da a conocer algunas de las experiencias de turismo sostenible en el Perú, entre ellas la de TITIKAYAK. Puedes verla aquí.
(DATOS DEL 2008)DEL 2008)